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Job

Job 39

Job 39: La Profunda Sabiduría de Job

Cuando leemos el capítulo 39 del libro de Job, no podemos evitar maravillarnos ante la riqueza de enseñanzas que encierra. Este pasaje nos invita a reflexionar sobre la grandeza de la creación divina, el misterio de la vida animal y nuestra posición frente al universo. A través de una serie de preguntas retóricas dirigidas directamente a Job, Dios revela su profundo conocimiento sobre cada criatura, desde las cabras monteses hasta los águilas majestuosas. Pero más allá de una simple descripción de animales, este capítulo contiene una poderosa lección espiritual y filosófica que sigue siendo relevante hoy en día.

El Misterio de la Vida Silvestre

¿Alguna vez te has detenido a pensar cuánto desconocemos sobre el comportamiento de los animales en su entorno natural? En Job 39, Dios comienza con preguntas sobre las cabras monteses y las ciervas: “¿Sabes tú el tiempo en que paren las cabras monteses? ¿O miraste tú las ciervas cuando están pariendo?” Estas palabras no solo destacan la falta de control humano sobre los ciclos naturales, sino también la infinita sabiduría detrás de cada nacimiento, cada gestación y cada instinto.

El texto describe cómo las hembras de estos animales se inclinan, dan a luz y superan sus dolores, para luego ver cómo sus crías se fortalecen, corren libremente y eventualmente se alejan por completo de ellas. Es una muestra de la independencia y resiliencia que existe incluso en los seres más pequeños. Esta dinámica nos recuerda que hay un orden superior que trasciende nuestra comprensión, un diseño perfecto que permite que cada especie prospere sin necesidad de intervención humana.

La Libertad del Asno Montés

Luego, el discurso divino se dirige al asno montés, un animal que simboliza la libertad absoluta. “¿Quién echó libre al asno montés, y quién soltó sus ataduras? Al cual yo puse casa en la soledad, Y sus moradas en lugares estériles.” Aquí encontramos una idea fascinante: aunque podríamos desear domesticar y controlar todo lo que nos rodea, Dios ha creado seres que viven fuera de nuestro alcance, disfrutando de la intemperie y resistiendo condiciones extremas.

Este versículo nos invita a apreciar la diversidad de hábitats y la adaptabilidad de los animales. El asno montés no necesita de nosotros para sobrevivir; su fuerza reside en su independencia, en su capacidad de encontrar pasto en los lugares más inhóspitos. Incluso rehúye la multitud y los caminos transitados, prefiriendo la tranquilidad de los espacios abiertos. ¿No es acaso un recordatorio de que existen formas de vida que no necesitan ni dependen de nuestra civilización?

El Unicornio y la Fuerza Indomable

Uno de los pasajes más curiosos e intrigantes del capítulo es el referido al unicornio. “¿Querrá el unicornio servirte á ti, Ni quedar á tu pesebre? ¿Atarás tú al unicornio con su coyunda para el surco? ¿Labrará los valles en pos de ti?” Aunque interpretado simbólicamente por muchos eruditos, este fragmento enfatiza la imposibilidad de dominar ciertas criaturas, por muy fuertes o inteligentes que creamos ser.

Aquí aprendemos una lección importante: no todo está bajo nuestro control. Hay fuerzas en la naturaleza que no pueden domesticarse, y quizás eso sea parte de su belleza. El unicornio representa algo salvaje, inaccesible, cuya sola presencia inspira respeto. No sirve para labrar la tierra ni para transportar nuestras cargas, pero posee una dignidad única. Esta idea puede extrapolarse a nuestra propia existencia: a veces queremos controlar demasiado, cuando tal vez deberíamos aprender a observar, respetar y admirar.

Las Alas del Avestruz y el Miedo a Fallar

Continuando con esta exploración de la fauna, encontramos una descripción sorprendente del avestruz. “¿Diste tú hermosas alas al pavo real, O alas y plumas al avestruz? El cual desampara en la tierra sus huevos, Y sobre el polvo los calienta… Endurécese para con sus hijos, como si no fuesen suyos, No temiendo que su trabajo haya sido en vano.”

Esta comparación entre el pavo real, símbolo de elegancia y colorido, y el avestruz, ave menos glamorosa pero igualmente importante, nos lleva a reflexionar sobre la diversidad dentro de la creación. El avestruz, aunque tiene alas, no vuela. Deja sus huevos en el suelo, expuestos a riesgos, pero aún así confía en su proceso. Esto podría representar una metáfora del acto de criar, de criar con fe, incluso cuando las circunstancias no son ideales.

También se menciona que “le privó Dios de sabiduría, Y no le dió inteligencia”, lo cual no debe interpretarse como una crítica, sino como una aceptación de que cada criatura tiene su propósito único. No todos estamos diseñados para volar, pero eso no disminuye nuestro valor.

El Caballo y la Batalla

La narrativa cambia ligeramente al hablar del caballo, uno de los animales más asociados con el poder y la guerra. “¿Diste tú al caballo la fortaleza? ¿Vestiste tú su cerviz de relincho? Escarba la tierra, alégrase en su fuerza, Sale al encuentro de las armas…”

Este párrafo destaca la bravura del caballo, su valentía en la batalla, su indiferencia ante el peligro. Es un animal que no retrocede, que enfrenta el caos con ímpetu. En ello podemos ver una analogía con el coraje humano, con la necesidad de avanzar incluso cuando todo parece perdido.

El caballo no teme al sonido de las armas ni al grito de los capitanes. Su determinación es admirable, casi heroica. Tal vez esto nos anime a no rendirnos fácilmente, a enfrentar nuestros conflictos internos o externos con la misma firmeza con la que el caballo carga contra sus adversarios.

El Gavilán y el Águila: Soberanía del Cielo

Finalmente, el capítulo cierra con una mirada hacia el cielo, hacia las aves rapaces. “¿Vuela el gavilán por tu industria, Y extiende hacia el mediodía sus alas? ¿Se remonta el águila por tu mandamiento, Y pone en alto su nido?”

Estos animales tienen una perspectiva privilegiada, literal y metafóricamente. Desde lo alto, vigilan, planean, cazan. El águila, en particular, construye su nido en lo más alto de las rocas, fuera del alcance de cualquier amenaza. Sus ojos ven desde lejos, su instinto de supervivencia es supremo.

Esto nos invita a elevar nuestra visión, a no quedarnos anclados en lo terrenal. Si queremos crecer, debemos aprender a volar, a tomar altura, a observar la vida desde una perspectiva más amplia. Solo así podremos detectar oportunidades, evitar peligros y encontrar alimento para nuestra alma.

La grandeza de la creación

El capítulo 39 del libro de Job no es solo un catálogo de animales, sino una invitación a contemplar la grandeza de la creación y reconocer la soberanía de Dios sobre todas las cosas. Nos enseña humildad, nos recuerda que no controlamos todo, pero también nos inspira a vivir con la libertad del asno montés, la valentía del caballo, la perseverancia del avestruz y la visión elevada del águila.

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Texto integro del Libro de Job capítulo: 39
Job capítulo 39

Capítulo 39

¿Sabes tú el tiempo en que paren las cabras monteses? ¿O miraste tú las ciervas cuando están pariendo?
2 ¿Contaste tú los meses de su preñez, Y sabes el tiempo cuando han de parir?
3 Encórvanse, hacen salir sus hijos, Pasan sus dolores.
4 Sus hijos están sanos, crecen con el pasto: Salen y no vuelven á ellas.
5 ¿Quién echó libre al asno montés, y quién soltó sus ataduras?
6 Al cual yo puse casa en la soledad, Y sus moradas en lugares estériles.
7 Búrlase de la multitud de la ciudad: No oye las voces del arriero.
8 Lo oculto de los montes es su pasto, Y anda buscando todo lo que está verde.
9 ¿Querrá el unicornio servirte á ti, Ni quedar á tu pesebre?
10 ¿Atarás tú al unicornio con su coyunda para el surco? ¿Labrará los valles en pos de ti?
11 ¿Confiarás tú en él, por ser grande su fortaleza, Y le fiarás tu labor?
12 ¿Fiarás de él que te tornará tu simiente, Y que la allegará en tu era?
13 ¿Diste tú hermosas alas al pavo real, O alas y plumas al avestruz?
14 El cual desampara en la tierra sus huevos, Y sobre el polvo los calienta,
15 Y olvídase de que los pisará el pie, Y que los quebrará bestia del campo.
16 Endurécese para con sus hijos, como si no fuesen suyos, No temiendo que su trabajo haya sido en vano:
17 Porque le privó Dios de sabiduría, Y no le dió inteligencia.
18 Luego que se levanta en alto, Búrlase del caballo y de su jinete.
19 ¿Diste tú al caballo la fortaleza? ¿Vestiste tú su cerviz de relincho?
20 ¿Le intimidarás tú como á alguna langosta? El resoplido de su nariz es formidable:
21 Escarba la tierra, alégrase en su fuerza, Sale al encuentro de las armas:
22 Hace burla del espanto, y no teme, Ni vuelve el rostro delante de la espada.
23 Contra él suena la aljaba, El hierro de la lanza y de la pica:
24 Y él con ímpetu y furor escarba la tierra, Sin importarle el sonido de la bocina;
25 Antes como que dice entre los clarines: ¡Ea! Y desde lejos huele la batalla, el grito de los capitanes, y la vocería.
26 ¿Vuela el gavilán por tu industria, Y extiende hacia el mediodía sus alas?
27 ¿Se remonta el águila por tu mandamiento, Y pone en alto su nido?
28 Ella habita y está en la piedra, En la cumbre del peñasco y de la roca.
29 Desde allí acecha la comida: Sus ojos observan de muy lejos.
30 Sus pollos chupan la sangre: Y donde hubiere cadáveres, allí está.

Resumen del capítulo 39 del libro de Job

Resumen Estructurado del Libro de Job – Capítulo 39

El Capítulo 39 del Libro de Job sigue con la respuesta de Dios a Job, centrándose ahora en la creación y el orden divino en el reino animal. A través de una serie de preguntas, Dios ilustra Su control y sabiduría en la vida animal, subrayando la soberanía divina sobre cada especie.

I. Preguntas sobre el Reino Animal (Versículos 1-4):
Dios comienza su discurso preguntando a Job sobre su conocimiento de ciertos animales, como el caballo y el asno salvaje. Estas preguntas buscan resaltar la limitada comprensión humana en comparación con la sabiduría divina en la creación animal.

II. Descripción del Comportamiento Animal (Versículos 5-12):
Dios continúa describiendo el comportamiento de diversos animales, como el asno montés, el toro, el avestruz y el caballo de guerra. Cada descripción destaca aspectos específicos del comportamiento animal y subraya la sabiduría y el diseño divino en la creación.

III. Preguntas sobre la Vida Salvaje (Versículos 13-18):
Dios formula más preguntas a Job, esta vez relacionadas con la vida salvaje, como el halcón y el águila. Estas preguntas buscan resaltar la autonomía y el comportamiento instintivo de estas criaturas, lo que refleja la ordenación divina en la naturaleza.

IV. La Incomprensibilidad Humana ante la Creación (Versículos 19-30):
Dios continúa con una serie de preguntas que resaltan la complejidad y el misterio en la creación, incluyendo el nacimiento de los ciervos, la migración de las aves y la gestación de las cabras montesas. Estas preguntas subrayan la incapacidad humana para comprender completamente los caminos de Dios en la creación.

V. Temas Principales:

  • Preguntas sobre el Reino Animal: Dios comienza su discurso preguntando a Job sobre su conocimiento de ciertos animales, resaltando la limitada comprensión humana en comparación con la sabiduría divina en la creación animal.
  • Descripción del Comportamiento Animal: Dios detalla el comportamiento de diversos animales, destacando aspectos específicos y subrayando la sabiduría y el diseño divino en la creación.
  • Preguntas sobre la Vida Salvaje: Dios formula preguntas sobre la vida salvaje, resaltando la autonomía y el comportamiento instintivo de estas criaturas, reflejando la ordenación divina en la naturaleza.
  • La Incomprensibilidad Humana ante la Creación: Dios presenta una serie de preguntas que resaltan la complejidad y el misterio en la creación, subrayando la incapacidad humana para comprender completamente los caminos de Dios en la creación.

VI. Significado Teológico:
El Capítulo 39 destaca la soberanía divina sobre la creación animal y la limitación de la comprensión humana ante la grandeza y complejidad de la naturaleza. Este enfoque subraya la distancia entre Dios y el hombre en términos de sabiduría y control sobre el universo.

VII. Conclusión:
El Capítulo 39 es parte integral de la respuesta divina a Job, mostrando la grandeza y el orden en la creación. Dios utiliza el reino animal como un recordatorio de Su sabiduría infinita y control soberano sobre todas las cosas.

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