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1 Samuel 16

1 Samuel 16: La elección de David: Cuando Dios mira el corazón

¿Alguna vez te has sentido invisible? Como si, a pesar de estar presente, no fueras tomado en cuenta por quienes parecen decidir quién tiene valor. Eso es exactamente lo que vivió David antes incluso de saber que estaba siendo observado por Dios. En 1 Samuel capítulo 16, se narra un momento crucial en la historia de Israel: el día en que Dios dejó de buscar líderes basándose en lo que los ojos humanos podían ver, y comenzó a escogerlos según lo que Él siempre ha visto: el corazón.

El fin del reinado de Saúl

El relato empieza con una pregunta directa de Dios dirigida al profeta Samuel: “¿Hasta cuándo has tú de llorar á Saúl, habiéndolo yo desechado para que no reine sobre Israel?” Es un llamado a levantarse, a dejar atrás las lamentaciones y a avanzar hacia el futuro que Dios ya había preparado. Aunque Saúl seguía sentado en el trono, su tiempo había terminado. Ya no era el representante de Dios sobre Su pueblo. Y ahora, era necesario encontrar a alguien nuevo.

Pero esto no iba a ser fácil. Saúl aún tenía poder, y si se enteraba de que Samuel buscaba a otro rey, podría matarlo. Así que Dios le dio una estrategia: tomar una becerra como ofrenda, convocar a un sacrificio en Belén, y desde allí, sin levantar sospechas, cumplir con la misión divina.

Una ciudad llena de miedo

Cuando Samuel llegó a Belén, los ancianos salieron a recibirlo con temor. No era común que un profeta apareciera así, de repente. Por eso le preguntaron: “¿Es pacífica tu venida?” Samuel respondió que sí, explicó que venía a sacrificar a Jehová, e invitó a Isaí y a sus hijos al evento. Era el pretexto perfecto para hacer lo que realmente debía hacer: ungir al nuevo rey.

Y ahí es cuando todo cambia. Ante los ojos de todos, Samuel comienza a examinar a los hijos de Isaí. Al ver al primero, Eliab, piensa: “¡De cierto delante de Jehová está su ungido!” Era alto, fuerte, imponente. Todo lo que uno esperaría de un rey. Pero Dios vuelve a recordarnos algo fundamental: “No mires á su parecer, ni á lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; pues que el hombre mira lo que está delante de sus ojos, mas Jehová mira el corazón.”

Esa frase debería transformar nuestra manera de ver a los demás, pero también cómo nos vemos a nosotros mismos. Dios no necesita músculos, ni títulos, ni logros externos. Lo que Él busca es fidelidad interna, disposición, y un corazón listo para responder a Su voz.

El menor de los hermanos

Isaí presenta seis de sus hijos ante Samuel, y ninguno es elegido. Entonces le pregunta: “¿Hanse acabado los mozos?” Y responde: “Aún queda el menor, que apacienta las ovejas.” David no estaba allí al principio. Estaba ocupado trabajando, cuidando el rebaño. Pero Dios ya sabía que él era el indicado.

Cuando David llega, se describe como rubio, de buen parecer y aspecto agraciado. Pero lo más importante no era su apariencia, sino lo que Dios veía dentro de él. Y en ese momento, Dios le confirma a Samuel: “Levántate y úngelo, que éste es.” Y desde aquel día, “el espíritu de Jehová tomó a David”. Fue un instante silencioso, sin multitudes ni coronas, pero lleno de significado. David fue ungido no por hombres, sino por Dios mismo.

Mientras tanto, con Saúl…

Mientras David recibía la unción real, Saúl enfrentaba el vacío espiritual. “Y el espíritu de Jehová se apartó de Saúl, y atormentábale el espíritu malo de parte de Jehová.” Esta frase puede resultar difícil de entender. ¿Cómo puede ser que Dios permita un espíritu malo sobre alguien? La respuesta no es que Dios sea el autor del mal, sino que cuando alguien abandona Su presencia, deja espacio para que entre el caos.

Saúl, que antes había sido guiado por el Espíritu de Dios, ahora luchaba contra tormentas interiores. Sus criados, entonces, le sugieren buscar a alguien que pudiera calmar esos momentos con música. Y casualidades que no son casuales, uno de los sirvientes menciona a David: “He aquí yo he visto á un hijo de Isaí de Beth-lehem… y Jehová es con él.”

David entra así al palacio, sin conocer aún su destino. Sin saber que ya llevaba consigo la unción real. Sin imaginar que el mismo joven que tocaba el arpa para calmar al rey, sería un día el rey mismo.

¿Qué aprendemos de esta historia?

Primero, que Dios no elige a los que parecen idóneos, sino a los que tienen el corazón dispuesto. Segundo, que aunque sean invisibles a los ojos de los hombres, hay personas que ya están siendo preparadas por Dios para grandes cosas. Tercero, que la verdadera grandeza no se mide por el tamaño, el título o la posición, sino por la fidelidad y la intimidad con el Señor.

David no era un guerrero experimentado, ni un príncipe educado en palacios. Era solo un pastor. Un muchacho que pasaba horas solo, bajo el cielo, cuidando ovejas. Pero en ese aislamiento, desarrolló una relación con Dios que lo marcó para siempre. Y eso fue suficiente para ser escogido.

Reflexionando hoy

Si eres alguien que siente que no encaja, que parece estar fuera de lugar, o que aún no ha tenido la oportunidad de demostrar quién es en realidad, recuerda esto: Dios no mira lo que el hombre mira. Él mira el corazón. Puede que hoy seas olvidado, ignorado, subestimado. Pero eso no significa que no estés siendo preparado para algo mucho mayor.

Porque muchas veces, el plan de Dios comienza justo cuando no estás viendo: en la quietud, en la paciencia, en la espera. Así empezó el camino de David. Y quizás, así también está comenzando el tuyo.

Si este mensaje te ha llegado al corazón, comparte esta historia con quien necesite recordar que Dios no mira lo que los hombres ven, Él mira el corazón.

Texto integro del Libro de 1 Samuel capítulo: 16
1 Samuel capítulo 16

Capítulo 16

Y DIJO Jehová á Samuel: ¿Hasta cuándo has tú de llorar á Saúl, habiéndolo yo desechado para que no reine sobre Israel? Hinche tu cuerno de aceite, y ven, te enviaré á Isaí de Beth-lehem: porque de sus hijos me he provisto de rey.
2 Y dijo Samuel: ¿Cómo iré? Si Saúl lo entendiere, me matará. Jehová respondió: Toma contigo una becerra de la vacada, y di: A sacrificar á Jehová he venido.
3 Y llama á Isaí al sacrificio, y yo te enseñaré lo que has de hacer; y ungirme has al que yo te dijere.
4 Hizo pues Samuel como le dijo Jehová: y luego que él llegó á Beth-lehem, los ancianos de la ciudad le salieron á recibir con miedo, y dijeron: ¿Es pacífica tu venida?
5 Y él respondió: Sí, vengo á sacrificar á Jehová; santificaos, y venid conmigo al sacrificio. Y santificando él á Isaí y á sus hijos, llamólos al sacrificio.
6 Y aconteció que como ellos vinieron, él vió á Eliab, y dijo: De cierto delante de Jehová está su ungido.
7 Y Jehová respondió á Samuel: No mires á su parecer, ni á lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová mira no lo que el hombre mira; pues que el hombre mira lo que está delante de sus ojos, mas Jehová mira el corazón.
8 Entonces llamó Isaí á Abinadab, é hízole pasar delante de Samuel, el cual dijo: Ni á éste ha elegido Jehová.
9 Hizo luego pasar Isaí á Samma. Y él dijo: Tampoco á éste ha elegido Jehová.
10 E hizo pasar Isaí sus siete hijos delante de Samuel; mas Samuel dijo á Isaí: Jehová no ha elegido á éstos.
11 Entonces dijo Samuel á Isaí: ¿Hanse acabado los mozos? Y él respondió: Aún queda el menor, que apacienta las ovejas. Y dijo Samuel á Isaí: Envía por él, porque no nos asentaremos á la mesa hasta que él venga aquí.
12 Envió pues por él, é introdújolo; el cual era rubio, de hermoso parecer y de bello aspecto. Entonces Jehová dijo: Levántate y úngelo, que éste es.
13 Y Samuel tomó el cuerno del aceite, y ungiólo de entre sus hermanos: y desde aquel día en adelante el espíritu de Jehová tomó á David. Levantóse luego Samuel, y volvióse á Rama.
14 Y el espíritu de Jehová se apartó de Saúl, y atormentábale el espíritu malo de parte de Jehová.
15 Y los criados de Saúl le dijeron: He aquí ahora, que el espíritu malo de parte de Dios te atormenta.
16 Diga pues nuestro señor á tus siervos que están delante de ti, que busquen alguno que sepa tocar el arpa; para que cuando fuere sobre ti el espíritu malo de parte de Dios, él taña con su mano, y tengas alivio.
17 Y Saúl respondió á sus criados: Buscadme pues ahora alguno que taña bien, y traédmelo.
18 Entonces uno de los criados respondió, diciendo: He aquí yo he visto á un hijo de Isaí de Beth-lehem, que sabe tocar, y es valiente y vigoroso, y hombre de guerra, prudente en sus palabras, y hermoso, y Jehová es con él.
19 Y Saúl envió mensajeros á Isaí, diciendo: Envíame á David tu hijo, el que está con las ovejas.
20 Y tomó Isaí un asno cargado de pan, y una vasija de vino y un cabrito, y enviólo á Saúl por mano de David su hijo.
21 Y viniendo David á Saúl, estuvo delante de él: y amólo él mucho, y fué hecho su escudero.
22 Y Saúl envió á decir á Isaí: Yo te ruego que esté David conmigo; porque ha hallado gracia en mis ojos.
23 Y cuando el espíritu malo de parte de Dios era sobre Saúl, David tomaba el arpa, y tañía con su mano; y Saúl tenía refrigerio, y estaba mejor, y el espíritu malo se apartaba de él.

Resumen del capítulo 16 del libro de 1 Samuel

El capítulo 16 del libro de 1 Samuel en la Biblia marca un punto crucial en la historia de Israel, ya que introduce a David como el futuro rey ungido por Dios en lugar de Saúl. A continuación, se presenta un resumen exhaustivo del capítulo 16:

El capítulo 16 comienza con Dios revelando a Samuel que ha rechazado a Saúl como rey debido a su desobediencia y que ha elegido a un nuevo rey de entre los hijos de Isaí de Belén. Dios instruye a Samuel a ir a Belén y ungir al nuevo rey.

Samuel teme que Saúl lo mate si se entera de su misión, por lo que Dios le proporciona una estratagema para protegerlo. Samuel debe llevar a cabo un sacrificio en Belén y, bajo el pretexto del sacrificio, ungir al nuevo rey. Samuel sigue las instrucciones de Dios y llega a Belén.

En Belén, Samuel se encuentra con Isaí y sus hijos, quienes son invitados al sacrificio. Mientras cada uno de los hijos de Isaí pasa ante Samuel, Dios le dice que ninguno de ellos es el elegido. Samuel pregunta si hay algún otro hijo, y se entera de que David, el hijo menor, está cuidando el rebaño en el campo.

Samuel insiste en que traigan a David, y cuando llega, Dios le revela a Samuel que David es el elegido. Samuel unge a David con aceite en presencia de su familia y el Espíritu del Señor viene sobre David desde ese día en adelante.

El capítulo continúa con una transición a la vida de Saúl, quien está atormentado por un espíritu maligno enviado por Dios como castigo por su desobediencia. Los siervos de Saúl sugieren traer a alguien que toque música para calmar al espíritu, y alguien menciona a David, quien es conocido como un hábil músico y pastor.

David es llamado ante Saúl, y su habilidad para tocar el arpa tiene un efecto calmante en Saúl. Saúl lo nombra su escudero y lo tiene cerca.

El capítulo 16 marca el inicio de la vida pública de David como el ungido futuro rey de Israel. También subraya la importancia de la elección divina sobre la apariencia exterior, ya que David es elegido por su corazón y su relación con Dios en lugar de su apariencia física. Además, se introduce la relación entre David y Saúl, que será un tema importante en los capítulos posteriores de 1 Samuel.

En resumen, el capítulo 16 de 1 Samuel presenta la elección divina de David como el futuro rey de Israel y su unción por parte de Samuel. También muestra cómo David comienza a servir a Saúl como músico y escudero. El capítulo destaca la importancia de la elección de Dios basada en el corazón y la relación con Dios en lugar de la apariencia externa.

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