1 Samuel 12: El testimonio de un hombre fiel: Las palabras finales de Samuel
Hubo un momento en la historia de Israel en que el pueblo clamó por un rey. No porque no conocieran a Dios, ni porque no hubieran sido bendecidos por Él, sino porque deseaban ser como las naciones vecinas. Aunque Samuel advirtió los riesgos, Jehová permitió esta decisión, no como una concesión débil, sino como parte de Su plan divino.
Pero antes de entregar completamente el liderazgo del pueblo a Saúl, Samuel hizo algo crucial: se despidió. No fue un adiós emocional, sino un mensaje poderoso de transición espiritual. En Gaba, ante todo Israel, expuso su vida pública ante ellos, les recordó quién era Dios, y les advirtió sobre lo que significaba tener un rey humano cuando ya tenían un Rey celestial.
Un líder sin mancha
Samuel comenzó enfrentándose directamente a su pueblo: “Si he tomado el buey de alguno, ó si he tomado el asno de alguno, ó si he calumniado á alguien, ó si he agraviado á alguno, ó si de alguien he tomado cohecho, ¡que me lo devuelvan!” Fue una declaración audaz, pero también honesta. Después de décadas de servicio público, podía mirar a los ojos a quienes había guiado y decirles: “No tengo nada que ocultar”.
El pueblo respondió con claridad: “Nunca nos has calumniado, ni agraviado, ni has tomado algo de mano de ningún hombre.” Ese testimonio no es fácil de construir. Es el resultado de años de integridad, de fidelidad constante, de decisiones difíciles tomadas con justicia. Y eso le daba autoridad para hablar. Porque cuando uno vive limpiamente, sus palabras pesan más.
La historia de un Dios fiel… y un pueblo rebelde
Luego, Samuel recordó la historia sagrada. No solo para enseñar, sino para confrontar. Habló de cómo Dios sacó a sus antepasados de Egipto, cómo respondió a sus clamores, cómo levantó jueces cuando estaban en peligro. Pero también mencionó cuántas veces ese mismo pueblo olvidó a Jehová. Cuántas veces corrieron tras Baales y Astarot. Cuántas veces prefirieron soluciones humanas a la dependencia divina.
“Después que Jacob hubo entrado en Egipto… ellos clamaron”, dijo Samuel. “Jehová envió a Moisés y Aarón… los libertó”. Luego, otra vez cayeron: “olvidaron a Jehová su Dios”. Llegaron enemigos: “Sísara, Filisteos, rey de Moab”. Otra vez clamaron: “pecamos, líbranos”. Y nuevamente Dios respondió, enviando salvadores: “Gedeón, Barac, Jefté, y yo mismo”.
Lo que estaba haciendo Samuel era crucial: conectar presente con pasado. Muchas veces actuamos como si nuestras decisiones fueran nuevas, pero repiten patrones históricos. Él les decía: “Ya hemos estado aquí antes. Ya sabemos cómo termina esto cuando no confiamos en Dios”.
La elección del rey: Un rechazo espiritual, no solo político
Cuando el pueblo pidió un rey, muchos pensaron que era una simple reforma política. Pero Samuel les recordó: “eso no fue solo una solicitud de gobierno. Fue un alejamiento de Jehová”. Les dijo con claridad: “habiendo visto que Naas rey de los hijos de Ammón venía contra vosotros, me dijisteis: No, sino rey reinará sobre nosotros; siendo vuestro rey Jehová vuestro Dios.”
Esa frase es contundente. No se trataba únicamente de quién gobernaría, sino de quién realmente tendría el control. ¿Sería Jehová quien dirigiría sus caminos, sus batallas y sus decisiones? ¿O preferían depender de un hombre visible?
La advertencia profética: Obedece o caerás
Samuel no se quedó en el pasado. Le dio al pueblo un ultimátum claro: “Si temiereis á Jehová y le sirviereis, y oyereis su voz, y no fuereis rebeldes á la palabra de Jehová, así vosotros como el rey que reina sobre vosotros, seréis en pos de Jehová vuestro Dios. Mas si no oyereis la voz de Jehová, y si fuereis rebeldes á las palabras de Jehová, la mano de Jehová será contra vosotros como contra vuestros padres.”
Esta advertencia no era abstracta. Era práctica. Era real. Para mostrarlo, Samuel oró. Y en plena siega de trigo, cuando el cielo normalmente está despejado, Dios hizo sonar truenos, relámpagos y lluvia intensa.
Verdaderamente, aquella fue una señal inolvidable. “Todo el pueblo temió en gran manera á Jehová y á Samuel.” Y en medio del miedo, reconocieron su error: “Ruega por tus siervos á Jehová tu Dios, que no muramos: porque á todos nuestros pecados hemos añadido este mal de pedir rey para nosotros.”
Fue un momento de humillación. De arrepentimiento. Pero también de esperanza. Porque Samuel no se alejó de ellos. Respondió con gracia: “No temáis: vosotros habéis cometido todo este mal; mas con todo eso no os apartéis de en pos de Jehová, sino servid á Jehová con todo vuestro corazón.”
Una despedida con propósito
Samuel no se retiraría de repente. Seguiría intercediendo, seguiría guiando. “Lejos sea de mí que peque yo contra Jehová cesando de rogar por vosotros”, dijo. Esa es una lección poderosa para todos los líderes: mientras uno tenga influencia, debe usarla para interceder, no para manipular.
Les dejó un mandamiento sencillo pero profundo: “Solamente temed á Jehová, y servidle de verdad con todo vuestro corazón”. No era religión formal. No era ritual vacío. Era una vida transformada. Una relación genuina con Aquel que siempre mereció su confianza.
Lecciones actuales de un discurso antiguo
Muchas veces también nosotros queremos reemplazar a Dios con figuras humanas. Buscamos líderes carismáticos, soluciones rápidas, respuestas visibles. Pero olvidamos que la verdadera fortaleza no está en tener un buen gobernante, sino en mantener una relación viva con Jehová.
Samuel no fue perfecto. Pero fue fiel. No buscó beneficios personales. Solo quería ver a su pueblo cerca de Dios. Y eso es lo que cada cristiano debería desear hoy: que otros encuentren en nosotros una vida que huela a justicia, que refleje integridad, y que invite a volver a la presencia de Dios.
¿Sabes qué es lo más importante? Que aunque ahora tengamos reyes, gobiernos, estructuras religiosas o líderes espirituales, lo que realmente importa es saber que nuestro verdadero Rey no cambia. Y sigue diciendo a cada corazón: “Vuelve a Mí. Confía en Mí. Sírveme con todo tu corazón”.
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Texto integro del Libro de 1 Samuel capítulo: 12
1 Samuel capítulo 12
Capítulo 12
Y DIJO Samuel á todo Israel: He aquí, yo he oído vuestra voz en todas las cosas que me habéis dicho, y os he puesto rey.
2 Ahora pues, he aquí vuestro rey va delante de vosotros. Yo soy ya viejo y cano: mas mis hijos están con vosotros, y yo he andado delante de vosotros desde mi mocedad hasta este día.
3 Aquí estoy; atestiguad contra mí delante de Jehová y delante de su ungido, si he tomado el buey de alguno, ó si he tomado el asno de alguno, ó si he calumniado á alguien, ó si he agraviado á alguno, ó si de alguien he tomado cohecho por el cual haya cubierto mis ojos: y os satisfaré.
4 Entonces dijeron: Nunca nos has calumniado, ni agraviado, ni has tomado algo de mano de ningún hombre.
5 Y él les dijo: Jehová es testigo contra vosotros, y su ungido también es testigo en este día, que no habéis hallado en mi mano cosa ninguna. Y ellos respondieron: Así es.
6 Entonces Samuel dijo al pueblo: Jehová es quien hizo á Moisés y á Aarón, y que sacó á vuestros padres de la tierra de Egipto.
7 Ahora pues, aguardad, y yo os haré cargo delante de Jehová de todas las justicias de Jehová, que ha hecho con vosotros y con vuestros padres.
8 Después que Jacob hubo entrado en Egipto y vuestros padres clamaron á Jehová, Jehová envió á Moisés y á Aarón, los cuales sacaron á vuestros padres de Egipto, y los hicieron habitar en este lugar.
9 Y olvidaron á Jehová su Dios, y él los vendió en la mano de Sísara capitán del ejército de Asor, y en la mano de los Filisteos, y en la mano del rey de Moab, los cuales les hicieron guerra.
10 Y ellos clamaron á Jehová, y dijeron: Pecamos, que hemos dejado á Jehová, y hemos servido á los Baales y á Astaroth: líbranos pues ahora de la mano de nuestros enemigos, y te serviremos.
11 Entonces Jehová envió á Jero-baal, y á Bedán, y á Jephté, y á Samuel, y os libró de mano de vuestros enemigos alrededor, y habitasteis seguros.
12 Y habiendo visto que Naas rey de lo hijos de Ammón venía contra vosotros, me dijisteis: No, sino rey reinará sobre nosotros; siendo vuestro rey Jehová vuestro Dios.
13 Ahora pues, ved aquí vuestro rey que habéis elegido, el cual pedisteis; ya veis que Jehová ha puesto sobre vosotros rey.
14 Si temiereis á Jehová y le sirviereis, y oyereis su voz, y no fuereis rebeldes á la palabra de Jehová, así vosotros como el rey que reina sobre vosotros, seréis en pos de Jehová vuestro Dios.
15 Mas si no oyereis la voz de Jehová, y si fuereis rebeldes á las palabras de Jehová, la mano de Jehová será contra vosotros como contra vuestros padres.
16 Esperad aún ahora, y mirad esta gran cosa que Jehová hará delante de vuestros ojos.
17 ¿No es ahora la siega de los trigos? Yo clamaré á Jehová, y él dará truenos y aguas; para que conozcáis y veáis que es grande vuestra maldad que habéis hecho en los ojos de Jehová, pidiéndoos rey.
18 Y Samuel clamó á Jehová; y Jehová dió truenos y aguas en aquel día; y todo el pueblo temió en gran manera á Jehová y á Samuel.
19 Entonces dijo todo el pueblo á Samuel: Ruega por tus siervos á Jehová tu Dios, que no muramos: porque á todos nuestros pecados hemos añadido este mal de pedir rey para nosotros.
20 Y Samuel respondió al pueblo: No temáis: vosotros habéis cometido todo este mal; mas con todo eso no os apartéis de en pos de Jehová, sino servid á Jehová con todo vuestro corazón:
21 No os apartéis en pos de las vanidades, que no aprovechan ni libran, porque son vanidades.
22 Pues Jehová no desamparará á su pueblo por su grande nombre: porque Jehová ha querido haceros pueblo suyo.
23 Así que, lejos sea de mí que peque yo contra Jehová cesando de rogar por vosotros; antes yo os enseñaré por el camino bueno y derecho.
24 Solamente temed á Jehová, y servidle de verdad con todo vuestro corazón, porque considerad cuán grandes cosas ha hecho con vosotros.
25 Mas si perseverareis en hacer mal, vosotros y vuestro rey pereceréis.
Resumen del capítulo 12 del libro de 1 Samuel
El capítulo 12 del libro de 1 Samuel en la Biblia contiene un discurso de despedida pronunciado por el profeta Samuel ante el pueblo de Israel después de la coronación de Saúl como rey. Aquí tienes un resumen exhaustivo del capítulo 12:
El capítulo 12 comienza con Samuel reuniendo a todo el pueblo de Israel en Mispa para dirigirse a ellos. Samuel les recuerda su historial como líder y profeta de Israel, destacando su integridad y la justicia con la que los ha gobernado. Samuel luego pregunta si ha cometido alguna injusticia o si ha tomado soborno de alguien, y el pueblo responde que no ha hecho nada malo.
Samuel procede a recordarles la historia de Israel, desde su liberación de Egipto hasta el presente día, enfatizando cómo Dios los ha guiado y protegido a lo largo de los años. Samuel destaca cómo Dios envió jueces como Gedeón y Jefté para liberar a Israel de la opresión de sus enemigos cuando clamaron por ayuda.
Samuel luego narra cómo el pueblo de Israel pidió un rey, lo que considera una afrenta a Dios, ya que Dios mismo había sido su gobernante y protector. Sin embargo, Dios concedió su petición y les dio a Saúl como rey, aunque Samuel señala que esto no exime al pueblo de su responsabilidad de obedecer a Dios y seguir Sus caminos.
Samuel insta al pueblo a temer al Señor y servirlo con integridad y fidelidad, y les advierte sobre las consecuencias de la desobediencia. Samuel pronuncia una señal milagrosa al pedir que Dios envíe truenos y lluvia durante la temporada de la cosecha de trigo, que normalmente es una temporada seca. Cuando esto sucede, el pueblo se da cuenta de su pecado y teme al Señor.
El capítulo 12 concluye con Samuel tranquilizando al pueblo y asegurándoles que, a pesar de sus pecados, Dios no los abandonará si siguen buscándolo y sirviéndolo. Samuel les insta a no seguir caminos inútiles y vanos al buscar ayuda en ídolos y falsos dioses. El capítulo termina con la confirmación de Saúl como rey y la promesa de Samuel de que él y su familia seguirán orando por el pueblo y guiándolos en el camino del Señor.
En resumen, el capítulo 12 de 1 Samuel presenta el discurso de despedida de Samuel ante el pueblo de Israel después de la coronación de Saúl como rey. Samuel les recuerda su historia y su responsabilidad de obedecer a Dios, advirtiéndoles sobre las consecuencias de la desobediencia. El capítulo enfatiza la importancia de temer al Señor y servirlo con fidelidad, y muestra cómo Samuel continúa guiando al pueblo en su relación con Dios.