1 Samuel 1 | BibliaClic Saltar al contenido

1 Samuel 1

1 Samuel 1: El nacimiento de Samuel: Cuando la oración cambia el destino de una nación

No todas las historias comienzan con un llamado heroico o un profeta encendido por la justicia. Algunas, como la de 1 Samuel capítulo 1, empiezan en medio de lo cotidiano: en una familia, en un hogar marcado por el dolor personal y la fidelidad oculta. Este es el caso de Ana, una mujer que no solo clamó al Señor por su esterilidad, sino que dio a luz una respuesta divina mucho más grande que su propio deseo: un niño consagrado para Dios.

Un hogar dividido: Elcana, Ana y Peninna

La narrativa se sitúa en los tiempos en que “no había palabra revelada de Dios que fuera frecuente”, una época de silencio profético (ver 1 Samuel 3:1). Pero antes de ese nuevo hablar de Jehová, hay un corazón preparado. Ese corazón pertenece a Ana, esposa de Elcana, un varón de Ramathaim-zofim, del monte de Efraín.

El problema que enfrenta Ana parece muy humano: no tiene hijos. Su rival, Peninna, sí ha dado fruto, y constantemente la humilla por su condición. Esto provoca en Ana un dolor tan profundo que incluso afecta su relación con su marido, quien le dice: “¿No te soy yo mejor que diez hijos?”

Pero detrás de esa pregunta paternal, subyace una verdad que nos toca a todos: a veces, lo que más amamos no puede darnos lo que nuestro alma clama. Y eso no es egoísmo, ni debilidad. Es simplemente humanidad.

Oración cuando todo parece perdido

Ana decide llevar su carga ante Jehová directamente. Sube al templo en Silo, donde Eli, el sacerdote anciano, está sentado junto a una puerta lateral. Ella ora con tanta intensidad que sus labios se mueven pero su voz no se oye. Silencio lleno de palabras internas. De hecho, tanto se concentra en su oración que Eli la confunde con una borracha.

“¿Hasta cuándo estarás borracha?”, le dice. Pero Ana responde con claridad y dignidad: “Yo he derramado mi alma delante de Jehová”.

No defensiva, no resentida, sino con una entrega sincera. Una oración acompañada de lágrimas, de promesas y de entrega total. Prometió que si Jehová le daba un hijo, lo dedicaría al Señor: “yo lo daré a Jehová todos los días de su vida, y no pasará navaja sobre su cabeza”.

Este voto no era menor: significaba entregar al hijo a Dios desde pequeño, para formar parte del servicio perpetuo en el tabernáculo. Un acto de fe sin condiciones. Solo pide. Y espera. Y recibe.

La gracia que restaura

Jehová atiende la oración de Ana. No porque sea merecedora de algo especial, sino porque Él escucha. A veces, el cielo parece cerrado, pero este relato lo abre. Dice que “Jehová se acordó de ella”. Esta frase no es casual: es la misma usada cuando el pueblo clamó en Egipto, también en esclavitud. La idea es idéntica: Dios no olvida a quienes lo buscan con sinceridad.

Después de esto, Ana da a luz a Samuel, cuyo nombre significa “pedido a Dios”, o “oído por Dios”. Su llegada no solo llena de alegría a una madre, sino que marca el inicio de una nueva era para Israel. Pronto veremos cómo este niño será usado para sanar un pueblo adormecido espiritualmente, y cómo el silencio de Dios terminará dando paso a una palabra poderosa.

El momento de cumplir: Volver al altar

Lo interesante no es solo que Ana haya recibido, sino que honró su pacto. Después de un tiempo, llevó al niño a Silo, como había prometido. Allí, ofrece su sacrificio, cumple su voto y deja a Samuel bajo el cuidado de Eli. Ya no es suyo. Pertenece al Señor.

Esta entrega no es fácil. Cada madre sabe qué significa dejar ir a un hijo, especialmente uno deseado por tanto tiempo. Pero Ana hace algo que muchos padres hoy temen hacer: confiar plenamente en el plan de Dios, aún cuando eso implique renunciar a planes personales. Su testimonio no solo fue una historia femenina de esperanza; fue un mensaje de obediencia que marcaría el futuro de una nación.

¿Por qué importa esta historia?

Detrás de 1 Samuel 1 late una enseñanza profunda:

  • La intercesión no es débil: muchas veces creemos que nuestras oraciones son inútiles, que no tienen fuerza. Pero Ana nos muestra que la oración verdadera tiene acceso al trono de gracia.
  • Las crisis del presente pueden ser el germen del futuro de bendición: su esterilidad no fue un obstáculo para Dios. Fue el terreno preparado para un milagro mayor.
  • A veces, la vocación de nuestros hijos no pasa por nosotros: Ana entendió que su hijo tenía una misión que superaba su derecho maternal. Hoy, ¿somos capaces de soltar a los nuestros cuando Dios los llama?

Si has orado durante años por algo que no ves, si has sentido que tu voz se pierde entre otras, si alguna vez has sido malinterpretado por tu dolor o por tu entrega, este relato no solo habla de Ana… habla de ti.

¿Te gustaría compartir este artículo con alguien que esté pasando por una situación difícil y necesite renovar su fe en la presencia activa de Jehová? Hazlo llegar. Porque como Ana, tú también puedes ser instrumento en manos de Dios.

Texto integro del Libro de 1 Samuel capítulo: 1
1 Samuel capítulo 1

Capítulo 1

HUBO un varón de Ramathaim de Sophim, del monte de Ephraim, que se llamaba Elcana, hijo de Jeroham, hijo de Eliú, hijo de Thohu, hijo de Suph, Ephrateo.
2 Y tenía él dos mujeres; el nombre de la una era Anna, y el nombre de la otra Peninna. Y Peninna tenía hijos, mas Anna no los tenía.
3 Y subía aquel varón todos los años de su ciudad, á adorar y sacrificar á Jehová de los ejércitos en Silo, donde estaban dos hijos de Eli, Ophni y Phinees, sacerdotes de Jehová.
4 Y cuando venía el día, Elcana sacrificaba, y daba á Peninna su mujer, y á todos sus hijos y á todas sus hijas, á cada uno su parte.
5 Mas á Anna daba una parte escogida; porque amaba á Anna, aunque Jehová había cerrado su matriz.
6 Y su competidora la irritaba, enojándola y entristeciéndola, porque Jehová había cerrado su matriz.
7 Y así hacía cada año: cuando subía á la casa de Jehová, enojaba así á la otra; por lo cual ella lloraba, y no comía.
8 Y Elcana su marido le dijo: Anna, ¿por qué lloras? ¿y por qué no comes? ¿y por qué está afligido tu corazón? ¿No te soy yo mejor que diez hijos?
9 Y levantóse Anna después que hubo comido y bebido en Silo; y mientras el sacerdote Eli estaba sentado en una silla junto á un pilar del templo de Jehová,
10 Ella con amargura de alma oró á Jehová, y lloró abundantemente.
11 E hizo voto, diciendo: Jehová de los ejércitos, si te dignares mirar la aflicción de tu sierva, y te acordares de mí, y no te olvidares de tu sierva, mas dieres á tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré á Jehová todos los días de su vida, y no subirá navaja sobre su cabeza.
12 Y fué que como ella orase largamente delante de Jehová, Eli estaba observando la boca de ella.
13 Mas Anna hablaba en su corazón, y solamente se movían sus labios, y su voz no se oía; y túvola Eli por borracha.
14 Entonces le dijo Eli: ¿Hasta cuándo estarás borracha?; digiere tu vino.
15 Y Anna le respondió, diciendo: No, señor mío: mas yo soy una mujer trabajada de espíritu: no he bebido vino ni sidra, sino que he derramado mi alma delante de Jehová.
16 No tengas á tu sierva por una mujer impía: porque por la magnitud de mis congojas y de mi aflicción he hablado hasta ahora.
17 Y Eli respondió, y dijo: Ve en paz, y el Dios de Israel te otorgue la petición que le has hecho.
18 Y ella dijo: Halle tu sierva gracia delante de tus ojos. Y fuése la mujer su camino, y comió, y no estuvo más triste.
19 Y levantándose de mañana, adoraron delante de Jehová, y volviéronse, y vinieron á su casa en Ramatha. Y Elcana conoció á Anna su mujer, y Jehová se acordó de ella.
20 Y fué que corrido el tiempo, después de haber concebido Anna, parió un hijo, y púsole por nombre Samuel, diciendo: Por cuanto lo demandé á Jehová.
21 Después subió el varón Elcana, con toda su familia, á sacrificar á Jehová el sacrificio acostumbrado, y su voto.
22 Mas Anna no subió, sino dijo á su marido: Yo no subiré hasta que el niño sea destetado; para que lo lleve y sea presentado delante de Jehová, y se quede allá para siempre.
23 Y Elcana su marido le respondió: Haz lo que bien te pareciere; quédate hasta que lo destetes; solamente Jehová cumpla su palabra. Y quedóse la mujer, y crió su hijo hasta que lo destetó.
24 Y después que lo hubo destetado, llevólo consigo, con tres becerros, y un epha de harina, y una vasija de vino, y trájolo á la casa de Jehová en Silo: y el niño era pequeño.
25 Y matando el becerro, trajeron el niño á Eli.
26 Y ella dijo: ¡Oh, señor mío! vive tu alma, señor mío, yo soy aquella mujer que estuvo aquí junto á ti orando á Jehová.
27 Por este niño oraba, y Jehová me dió lo que le pedí.
28 Yo pues le vuelvo también á Jehová: todos los días que viviere, será de Jehová. Y adoró allí á Jehová.

Resumen del capítulo 1 del libro de 1 Samuel

El primer libro de Samuel, capítulo 1, de la Biblia relata la historia de una mujer llamada Ana y su deseo de tener un hijo. A continuación, se presenta un resumen exhaustivo de este capítulo:

El capítulo 1 de 1 Samuel comienza presentando a un hombre llamado Elcana, de la tribu de Efraín, que tenía dos esposas: Ana y Penina. Penina tenía hijos, pero Ana no podía concebir y esto le causaba una gran tristeza. Cada año, la familia iba a Silo para adorar al Señor en el tabernáculo.

En una de estas ocasiones, Ana fue al tabernáculo y, en medio de su angustia, oró fervientemente al Señor, prometiendo que si le diera un hijo, lo dedicaría al servicio de Dios para toda su vida. Mientras oraba en voz baja, el sacerdote Eli la observó y pensó que estaba ebria, pero Ana le explicó su aflicción. Eli le respondió que el Señor escucharía su petición.

Ana continuó orando en su corazón y luego regresó con su esposo Elcana al hogar. Poco tiempo después, Ana quedó embarazada y dio a luz a un hijo al que llamó Samuel, que significa “pedido a Dios”. Cumpliendo su promesa, Ana llevó al niño a Silo cuando era lo suficientemente grande y lo presentó al sacerdote Eli, dedicándolo al servicio de Dios.

Ana expresó su gratitud en una oración que se conoce como el “Cántico de Ana”, en la que alaba a Dios por haberle dado un hijo y lo exalta por su soberanía y poder.

El capítulo concluye con una mención de Samuel creciendo en el tabernáculo, sirviendo al Señor bajo la tutela de Eli, mientras Ana y Elcana continúan teniendo más hijos.

En resumen, el capítulo 1 de 1 Samuel es el comienzo de la historia de Samuel, un profeta importante en la Biblia. Describe el dolor de Ana por no poder concebir, su ferviente oración al Señor y su promesa de dedicar a su hijo a Dios si le concedía uno. Finalmente, muestra cómo Dios respondió a su oración, bendiciéndola con un hijo, Samuel, que sería criado en el tabernáculo y llegaría a ser un líder espiritual destacado en Israel. El capítulo también destaca el cántico de gratitud de Ana, que enfatiza la fidelidad y el poder de Dios.

Rate this post