Lucas: 15 | BibliaClic Saltar al contenido

Lucas: 15

Lucas 15: Las Parábolas de la Misericordia: El Corazón del Evangelio

En este capítulo, Lucas presenta tres parábolas fundamentales que revelan el corazón misericordioso de Dios hacia los pecadores. Desde la oveja perdida hasta el hijo pródigo, cada historia contiene lecciones profundas sobre el valor que Dios pone en lo perdido y cómo celebra cuando lo perdido es encontrado.

La Oveja Perdida: Valorando lo que se ha Extraviado

Jesús comienza con una imagen familiar para sus oyentes: un pastor que tiene cien ovejas. Cuando una se pierde, deja las noventa y nueve para buscar a la que falta. Este acto dramático demuestra que cada individuo tiene inmenso valor ante los ojos de Dios, y su búsqueda activa por salvar al perdido refleja su amor incondicional.

La Celebración Celestial

Cuando el pastor encuentra a la oveja perdida, no solo regresa tranquilo, sino que organiza una celebración con amigos y vecinos. Jesús explica que hay más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentimiento.

La Moneda Perdida: La Búsqueda Intencionada

La siguiente parábola presenta a una mujer que posee diez dracmas. Al perder una, enciende una lámpara, barre toda la casa y busca diligentemente hasta encontrarla. Esta imagen subraya la diligencia especial que Dios pone en recuperar lo que se ha perdido.

La Dimensión Angelical

Jesús añade que “hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente.” Esta declaración conecta la dimensión celestial con nuestras decisiones terrenales, mostrando que nuestro arrepentimiento provoca celebración en el reino espiritual.

El Hijo Pródigo: La Historia de Dos Hijos

Esta poderosa narrativa sigue la trayectoria de dos hijos y su relación con su padre rico. El hijo menor, insatisfecho, pide su herencia anticipadamente y procede a desperdiciarla en una vida disipada.

La Jornada de Regreso

Cuando el hijo pródigo llega al punto más bajo, decide regresar a casa, dispuesto a ser tratado como un simple siervo. Sin embargo, la respuesta del padre es extraordinaria: corre a recibirlo, lo abraza y organiza una gran fiesta de celebración.

La Reacción del Hijo Mayor

El hijo mayor representa otro tipo de pérdida espiritual: aquellos que permanecen físicamente presentes pero están emocionalmente distantes. Su resentimiento hacia la restauración de su hermano revela una falta de comprensión sobre el verdadero carácter del padre.

Lecciones Sobre el Carácter de Dios

Estas parábolas combinadas revelan aspectos cruciales del carácter de Dios:

  1. Su preocupación activa por lo perdido
  2. Su alegría desbordante cuando lo perdido es encontrado
  3. Su disposición a perdonar completamente y restaurar a los arrepentidos
  4. Su paciencia con aquellos que luchan por aceptar su gracia

Principios de Restauración

El padre en la parábola del hijo pródigo demuestra principios universales de restauración:

  • Reconoce inmediatamente al hijo perdido
  • Corre hacia él antes de que pueda hablar
  • Restaura completamente su posición como hijo
  • Celebra públicamente su retorno

Estas enseñanzas contienen tanto advertencias como promesas. Muestran que el arrepentimiento verdadero siempre encuentra gracia, mientras que la autosuficiencia religiosa puede mantenernos fuera de la celebración del reino.

Si este artículo ha iluminado tu entendimiento sobre estas poderosas parábolas de Jesús, compártelo con otros que puedan beneficiarse de esta información. Juntos podemos ayudar a más personas a descubrir la profundidad de estas verdades eternas.

Texto integro del Libro de la biblia Lucas capítulo: 15

Lucas 15
Parábola de la oveja perdida
1Se acercaban a Jesús todos los publicanos y pecadores para oírle,
2y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Este a los pecadores recibe, y con ellos come.
3Entonces él les refirió esta parábola, diciendo:
4¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla?
5Y cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso;
6y al llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido.
7Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento.
Parábola de la moneda perdida
8¿O qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una dracma, no enciende la lámpara, y barre la casa, y busca con diligencia hasta encontrarla?
9Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, diciendo: Gozaos conmigo, porque he encontrado la dracma que había perdido.
10Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente.
Parábola del hijo pródigo
11También dijo: Un hombre tenía dos hijos;
12y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes.
13No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente.
14Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle.
15Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos.
16Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba.
17Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!
18Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti.
19Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros.
20Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó.
21Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo.
22Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies.
23Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta;
24porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse.
25Y su hijo mayor estaba en el campo; y cuando vino, y llegó cerca de la casa, oyó la música y las danzas;
26y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello.
27El le dijo: Tu hermano ha venido; y tu padre ha hecho matar el becerro gordo, por haberle recibido bueno y sano.
28Entonces se enojó, y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrase.
29Mas él, respondiendo, dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos.
30Pero cuando vino este tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el becerro gordo.
31El entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas.
32Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado.

Resumen del capítulo 15 del libro de Lucas

El capítulo 15 del Evangelio según San Lucas es especialmente conocido por las parábolas que Jesús comparte, todas centradas en la idea de la pérdida y el reencuentro, mostrando la misericordia y el amor redentor de Dios. A través de estas parábolas, Jesús responde a las críticas de los fariseos y maestros de la ley, quienes cuestionan su asociación con pecadores y personas marginadas.

La narrativa comienza con la introducción de la situación: los publicanos y pecadores se acercan a Jesús para escucharlo. Esto provoca la desaprobación de los fariseos y maestros de la ley, quienes murmuran, cuestionando por qué Jesús acoge a aquellos considerados pecadores en lugar de apartarse de ellos.

En respuesta, Jesús comparte tres parábolas que ilustran la actitud redentora y la alegría de Dios cuando aquellos que estaban perdidos son encontrados. La primera es la parábola de la oveja perdida, donde un pastor deja a las 99 ovejas en el desierto para buscar la única que se ha extraviado. Cuando la encuentra, llama a sus amigos y vecinos para celebrar la recuperación de lo que se había perdido.

La segunda parábola es la del dracma perdido, donde una mujer busca con diligencia una moneda que había perdido. Cuando la encuentra, también llama a sus amigos y vecinos para compartir su alegría. Ambas parábolas resaltan la importancia de la búsqueda y la celebración cuando algo perdido es encontrado.

La tercera y más conocida parábola es la del hijo pródigo. Un hijo pide su parte de la herencia y la malgasta en una vida disipada. Al encontrarse en la miseria, decide regresar a su padre, quien, en lugar de rechazarlo, lo recibe con amor y celebra su retorno. Esta parábola pone de relieve la gracia y la compasión incondicionales de Dios hacia aquellos que se arrepienten y regresan a Él.

Estas parábolas no solo abordan la búsqueda y recuperación de lo que está perdido, sino que también enfatizan la alegría y la celebración en el cielo cuando un pecador se arrepiente. Jesús utiliza estas historias para responder a las críticas de los fariseos, subrayando que la alegría divina es más intensa por el regreso de un pecador que por los 99 justos que no necesitan arrepentimiento.

El capítulo 15 no solo trata sobre la pérdida y el reencuentro, sino que también destaca la importancia del arrepentimiento. Jesús presenta la necesidad de reconocer la propia condición perdida y la disposición de cambiar de dirección, volviendo a Dios. La respuesta del Padre en la parábola del hijo pródigo muestra la generosidad del perdón y la bienvenida a aquellos que, en su humildad, se vuelven hacia la gracia.

En resumen, el capítulo 15 de Lucas es un relato poderoso que destaca la misericordia y la gracia redentora de Dios. Jesús utiliza las parábolas para ilustrar el corazón amoroso de Dios que busca y celebra cuando aquellos que estaban perdidos son encontrados. La respuesta a las críticas de los fariseos resalta la importancia del arrepentimiento y la disposición de Dios para recibir a los pecadores que se vuelven a Él. Este capítulo no solo ofrece consuelo y esperanza para aquellos que se sienten perdidos, sino que también desafía la actitud autojustificadora de aquellos que confían en su propia justicia y no reconocen su necesidad de la gracia divina.

Rate this post