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1 Samuel 9

1 Samuel 9: Un encuentro divino: Cómo Dios levantó a Saúl cuando nadie lo esperaba

Hubo un tiempo en que Israel no tenía rey. No es que no hubieran deseado tener uno, sino porque el sistema de gobierno estaba basado en jueces levantados por Dios en momentos críticos. Pero como vimos en capítulos anteriores, el pueblo insistió en tener un rey como las demás naciones. Aunque Samuel advirtió los riesgos, Jehová permitió esta decisión, y así comenzó un nuevo capítulo en la historia de Su pueblo.

Pero antes de que eso sucediera —antes del clamor nacional, antes de las advertencias proféticas— Dios ya había elegido al hombre que sería el primer rey de Israel. Y quizás sorprenda cómo lo encontró. No en una corte real, ni entre príncipes o líderes reconocidos. Sino en medio de una búsqueda completamente ordinaria.

Una misión sencilla con un destino inesperado

Saúl era hijo de Cis, un hombre de Benjamín, una tribu respetable, pero no la más destacada. Era joven, alto, apuesto. De hecho, la Biblia dice que “entre los hijos de Israel no había otro más hermoso que él; del hombro arriba sobrepujaba a cualquiera del pueblo.” Pero no era solo su físico lo que llamaba la atención. Era su humildad. Porque aunque tendría responsabilidades familiares importantes, cuando las asnas de su padre se perdieron, él mismo se encargó de buscarlas.

Esa búsqueda lo llevó por montañas, valles y pueblos sin encontrar rastro de los animales. Después de días sin éxito, decide regresar. No quiere preocupar más a su padre. Pero su siervo, un hombre con sensibilidad espiritual, sugiere algo inesperado: “He aquí ahora hay en esta ciudad un hombre de Dios, que es varón insigne: todas las cosas que él dijere, sin duda vendrán. Vamos pues allá: quizá nos enseñará nuestro camino por donde hayamos de ir.”

Esta sugerencia cambia todo. Porque ese hombre de Dios no era cualquier profeta. Era Samuel. El último juez, el intercesor, el ungidor designado por Dios para establecer el reinado humano en Israel.

Un profeta preparado por Dios

Mientras Saúl caminaba hacia la ciudad, sin saber que estaba cruzando una frontera divina, Samuel recibía instrucciones claras del cielo: “Mañana á esta misma hora yo enviaré á ti un varón de la tierra de Benjamín, al cual ungirás por príncipe sobre mi pueblo Israel, y salvará mi pueblo de mano de los Filisteos: pues yo he mirado á mi pueblo, porque su clamor ha llegado hasta mí.”

Dios no improvisa. Él no toma decisiones a última hora. Desde antes de que Saúl pensara en buscar asnos, Jehová ya sabía quién sería su elegido. Eso revela algo poderoso: muchas veces Dios prepara oportunidades mientras nosotros simplemente cumplimos con nuestros deberes cotidianos.

Cuando finalmente Saúl entra en la ciudad, Samuel lo reconoce inmediatamente. No por su vestimenta, ni por su título, sino por la confirmación interna que recibió del Señor. “Jehová le dijo: He aquí éste es el varón del cual te hablé; éste señoreará á mi pueblo.”

Una hospitalidad digna de un futuro rey

Para Saúl, aquel día no parecía tener nada especial. Solo buscaba información sobre el paradero de unos animales perdidos. Pero Dios lo usó para abrirle puertas que nunca imaginó. En vez de recibir solo indicaciones, fue invitado al banquete principal. Fue honrado por delante de treinta comensales. Le dieron el mejor lugar, y luego, la mejor porción de comida.

Samuel no solo lo atendió como un huésped honorable, sino como alguien destinado a más. Cuando le dice: “¿por quién es todo el deseo de Israel, sino por ti y por toda la casa de tu padre?”, está anunciando una verdad que Saúl aún no comprende: tú eres el escogido. Toda esta historia va contigo.

Pero Saúl, consciente de su posición humilde, responde con incredulidad: “¿No soy yo hijo de Benjamín, de las más pequeñas tribus de Israel? y mi familia ¿no es la más pequeña de todas las familias de la tribu de Benjamín? ¿por qué pues me has dicho cosa semejante?”

Una respuesta sincera. Sin pretensiones. Sin arrogancia. Justo lo que Dios busca en un líder.

La unción secreta de un rey oculto

Después de comer con él, Samuel lo invita a pasar la noche. Le habla en privado. Lo prepara para lo que está por venir. Pero no es hasta el día siguiente que le revela completamente la voluntad de Dios. “Di al mozo que vaya delante… espera tú un poco para que te declare palabra de Dios.”

En ese momento, Dios no solo eligió a Saúl como rey. También lo preparó para comprender que su autoridad no vendría de linaje, ni de popularidad, sino de una relación directa con el Profeta Ungido por Dios.

Este capítulo termina sin la coronación formal, sin trompetas ni proclamas públicas. Pero algo crucial ha cambiado: Saúl ha sido ungido. No ante el pueblo, sino ante Dios. Y aunque nadie lo sepa todavía, Israel ya tiene su primer rey.

Lecciones actuales de una historia antigua

Muchas veces creemos que Dios solo llama a personas perfectamente preparadas, con experiencia, títulos o logros notables. Pero este relato nos recuerda algo distinto: a veces Dios llama cuando estamos simplemente haciendo nuestras tareas. Cuando no estamos buscando grandeza, sino intentando resolver problemas cotidianos.

Saúl no estaba buscando ser rey. Estaba buscando asnos. Pero en medio de su fidelidad común, Dios lo levantó para un propósito mayor. ¿Quién sabe? Tal vez hoy también estés tú en una situación similar. Haciendo lo correcto, sin saber que Dios está preparando algo extraordinario en tu vida.

¿Qué estás buscando tú ahora? ¿Un trabajo, una dirección, una confirmación? Quizás, en medio de tu búsqueda, Dios quiera mostrarte que Él ya tiene un plan para ti. Que incluso en tus circunstancias más simples, está preparando tu próximo paso.

Porque así es como obra Dios: no siempre en lo espectacular, sino en lo cotidiano. No siempre en lo público, sino en lo privado. Y no siempre en lo obvio, sino en lo inesperado.

Si este mensaje resonó contigo, compártelo con alguien que también necesite escucharlo hoy.

Texto integro del Libro de 1 Samuel capítulo: 9
1 Samuel capítulo 9

Capítulo 9

Y HABÍA un varón de Benjamín, hombre valeroso, el cual se llamaba Cis, hijo de Abiel, hijo de Seor, hijo de Bechôra, hijo de Aphia, hijo de un hombre de Benjamín.
2 Y tenía él un hijo que se llamaba Saúl, mancebo y hermoso, que entre los hijos de Israel no había otro más hermoso que él; del hombro arriba sobrepujaba á cualquiera del pueblo.
3 Y habíanse perdido las asnas de Cis, padre de Saúl; por lo que dijo Cis á Saúl su hijo: Toma ahora contigo alguno de los criados, y levántate, y ve á buscar las asnas.
4 Y él pasó al monte de Ephraim, y de allí á la tierra de Salisa, y no las hallaron. Pasaron luego por la tierra de Saalim, y tampoco. Después pasaron por la tierra de Benjamín, y no las encontraron.
5 Y cuando vinieron á la tierra de Suph, Saúl dijo á su criado que tenía consigo: Ven, volvámonos; porque quizá mi padre, dejado el cuidado de las asnas, estará congojado por nosotros.
6 Y él le respondió: He aquí ahora hay en esta ciudad un hombre de Dios, que es varón insigne: todas las cosas que él dijere, sin duda vendrán. Vamos pues allá: quizá nos enseñará nuestro camino por donde hayamos de ir.
7 Y Saúl respondió á su criado: Vamos ahora: ¿mas qué llevaremos al varón? Porque el pan de nuestras alforjas se ha acabado, y no tenemos qué presentar al varón de Dios: ¿qué tenemos?
8 Entonces tornó el criado á responder á Saúl, diciendo: He aquí se halla en mi mano la cuarta parte de un siclo de plata: esto daré al varón de Dios, porque nos declare nuestro camino.
9 (Antiguamente en Israel cualquiera que iba á consultar á Dios, decía así: Venid y vamos hasta el vidente: porque el que ahora se llama profeta, antiguamente era llamado vidente).
10 Dijo entonces Saúl á su criado: Bien dices; ea pues, vamos. Y fueron á la ciudad donde estaba el varón de Dios.
11 Y cuando subían por la cuesta de la ciudad, hallaron unas mozas que salían por agua, á las cuales dijeron: ¿Está en este lugar el vidente?
12 Y ellas respondiéndoles, dijeron: Sí; helo aquí delante de ti: date pues priesa, porque hoy ha venido á la ciudad en atención á que el pueblo tiene hoy sacrificio en el alto.
13 Y cuando entrareis en la ciudad, le encontraréis luego, antes que suba al alto á comer; pues el pueblo no comerá hasta que él haya venido, por cuanto él haya de bendecir el sacrificio, y después comerán los convidados. Subid pues ahora, porque ahora le hallaréis.
14 Ellos entonces subieron á la ciudad; y cuando en medio de la ciudad estuvieron, he aquí Samuel que delante de ellos salía para subir al alto.
15 Y un día antes que Saúl viniese, Jehová había revelado al oído de Samuel, diciendo:
16 Mañana á esta misma hora yo enviaré á ti un varón de la tierra de Benjamín, al cual ungirás por príncipe sobre mi pueblo Israel, y salvará mi pueblo de mano de los Filisteos: pues yo he mirado á mi pueblo, porque su clamor ha llegado hasta mí.
17 Y luego que Samuel vió á Saúl, Jehová le dijo: He aquí éste es el varón del cual te hablé; éste señoreará á mi pueblo.
18 Y llegando Saúl á Samuel en medio de la puerta, díjole: Ruégote que me enseñes dónde está la casa del vidente.
19 Y Samuel respondió á Saúl, y dijo: Yo soy el vidente: sube delante de mí al alto, y comed hoy conmigo, y por la mañana te despacharé, y te descubriré todo lo que está en tu corazón.
20 Y de las asnas que se te perdieron hoy ha tres días, pierde cuidado de ellas, porque se han hallado. Mas ¿por quién es todo el deseo de Israel, sino por ti y por toda la casa de tu padre?
21 Y Saúl respondió, y dijo: ¿No soy yo hijo de Benjamín, de las más pequeñas tribus de Israel? y mi familia ¿no es la más pequeña de todas las familias de la tribu de Benjamín? ¿por qué pues me has dicho cosa semejante?
22 Y trabando Samuel de Saúl y de su criado, metiólos en la sala, y dióles lugar á la cabecera de los convidados, que eran como unos treinta hombres.
23 Y dijo Samuel al cocinero: Trae acá la porción que te dí, la cual te dije que guardases aparte.
24 Entonces alzó el cocinero una espaldilla, con lo que estaba sobre ella, y púsola delante de Saúl. Y Samuel dijo: He aquí lo que estaba reservado: ponlo delante de ti, y come; porque de industria se guardó para ti, cuando dije: Yo he convidado al pueblo. Y Saúl comió aquel día con Samuel.
25 Y cuando hubieron descendido del alto á la ciudad, él habló con Saúl en el terrado.
26 Y al otro día madrugaron: y como al apuntar del alba, Samuel llamó á Saúl, que estaba en el terrado; y dijo: Levántate, para que te despache. Levantóse luego Saúl, y salieron fuera ambos, él y Samuel.
27 Y descendiendo ellos al cabo de la ciudad, dijo Samuel á Saúl: Di al mozo que vaya delante, (y adelantóse el mozo); mas espera tú un poco para que te declare palabra de Dios.

Resumen del capítulo 9 del libro de 1 Samuel

El capítulo 9 del libro de 1 Samuel en la Biblia introduce a Saúl, quien se convertirá en el primer rey de Israel. Aquí tienes un resumen exhaustivo del capítulo 9:

El capítulo 9 comienza con la presentación de Saúl, un hombre de la tribu de Benjamín, que era conocido por su apariencia física impresionante. Aunque venía de una familia rica, Saúl es retratado como modesto y humilde.

La historia comienza cuando el padre de Saúl, Cis, le envía en busca de unas asnas que se han perdido. Saúl y su siervo recorren varios lugares en busca de las asnas sin éxito. Finalmente, llegan a la ciudad de Zuf, donde deciden buscar al profeta Samuel para obtener orientación divina sobre la situación.

En ese momento, Samuel había sido informado por Dios de que el futuro rey de Israel vendría a visitarlo ese día. Mientras tanto, Dios había revelado a Samuel que el rey sería un hombre de la tribu de Benjamín. Cuando Saúl llega a la ciudad y se encuentra con Samuel, este lo invita a una cena especial y le anuncia que él será el próximo rey de Israel.

Al día siguiente, Samuel ungió a Saúl con aceite como símbolo de su elección divina como rey. Samuel le revela a Saúl varios signos que se cumplirán en su camino de regreso a casa como confirmación de su selección como rey. Entre estos signos se incluye la llegada de tres hombres con ofrendas y la profecía de que el Espíritu de Dios vendría sobre Saúl, dándole la capacidad de profetizar.

Saúl y su siervo siguen las instrucciones de Samuel, y efectivamente, todos los signos se cumplen a medida que viajan de regreso a casa. Saúl regresa a su hogar, y aunque inicialmente no revela su ungimiento como rey, el capítulo concluye con Saúl empezando a profetizar en medio de los profetas en su ciudad.

En resumen, el capítulo 9 de 1 Samuel introduce a Saúl como el futuro rey de Israel, elegido por Dios a través del profeta Samuel. La historia destaca la humildad de Saúl y cómo su búsqueda de unas asnas perdidas lo lleva a un encuentro con Samuel, quien revela su destino como rey. La unción de Saúl y los signos que confirman su elección marcan el inicio de la monarquía en Israel y la transformación de Saúl en un líder ungido por Dios.

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