1 Samuel 10: La unción, la señal y la elección: Cómo Saúl fue presentado como rey de Israel
Hubo un momento en la historia de Israel en que el pueblo clamó por un rey. No porque Jehová no hubiera sido suficiente para ellos, sino porque deseaban ser como las naciones vecinas. Aunque Samuel advirtió las consecuencias, Jehová permitió esta decisión, no como una concesión débil, sino como parte de Su plan divino. Y en medio de este proceso, Dios levantó a un hombre que ni siquiera buscaba el trono.
Saúl, hijo de Cis, era un joven apuesto, fuerte y de noble linaje. Pero más que su genealogía o su presencia imponente, lo que marcaba la diferencia era la mano invisible de Dios sobre su vida. Él no sabía aún que estaba llamado a gobernar. Estaba ocupado buscando asnos perdidos, cumpliendo tareas cotidianas, cuando Dios ya había puesto en marcha los eventos que cambiarían su destino para siempre.
La unción secreta de un futuro líder
Samuel, guiado por revelación directa del Señor, esperaba al hombre que sería el primer rey de Israel. Días antes de que el pueblo se reuniera para conocerlo oficialmente, Jehová le había dicho claramente: “Mañana á esta misma hora yo enviaré á ti un varón de la tierra de Benjamín… al cual ungirás por príncipe sobre mi pueblo.”
Cuando Saúl llegó a la ciudad, sin saber qué lo esperaba, Samuel lo recibió como invitado principal. Lo honró en la mesa, le dio la mejor porción, y finalmente lo llevó aparte para hablarle en privado. Allí, en un momento íntimo y significativo, Samuel tomó una ampolla de aceite y derramóla sobre su cabeza. Fue un acto simbólico pero poderoso. La unción no solo marcaba a Saúl como elegido, sino que sellaba la autoridad divina sobre su nueva identidad.
“¿No te ha ungido Jehová por capitán sobre su heredad?”, le dijo Samuel. Esas palabras no eran solo una declaración política. Eran un reconocimiento espiritual: Saúl no sería un rey común, sino uno escogido por el mismo Dios. No lo haría por méritos humanos, sino por propósito celestial.
Las señales que confirmaron su llamado
Pero Dios no deja sus planes al azar. Para fortalecer la fe de Saúl y asegurarse de que entendiera que todo esto venía de Él, Samuel le dio instrucciones claras y luego lo llenó de promesas proféticas.
Primero, le dijo que al salir de allí encontraría a dos hombres junto al sepulcro de Raquel, que le confirmarían que las asnas estaban halladas. Luego, en otro punto del camino, tres viajeros le darían pan como señal. Finalmente, al llegar al collado donde estaba la guarnición filistea, encontraría a una compañía de profetas, y entonces el Espíritu de Jehová lo arrebataría, haciéndole profetizar con ellos. Y algo notable sucedió: todas estas cosas ocurrieron tal como se le habían anunciado.
La transformación fue visible. “El pueblo decía el uno al otro: ¿Qué ha sucedido al hijo de Cis? ¿Saúl también entre los profetas?” Aquello se convirtió en un refrán: “¿También Saúl entre los profetas?” Porque nadie esperaba que aquel joven corriente fuera usado así por Dios. Pero eso es exactamente lo que Él hace: toma lo ordinario y lo usa para lo extraordinario.
La presentación pública y la respuesta del pueblo
Aunque Saúl había sido ungido en privado, Jehová tenía un plan para revelarlo públicamente. En Mizpa, ante todo Israel, Samuel reunió al pueblo para un momento crucial. Recordó cómo Dios los había liberado desde Egipto, cómo los había protegido en cada generación, y cómo ahora estaban rechazando esa relación directa al pedir un rey humano.
“Vosotros habéis desechado hoy á vuestro Dios”, dijo Samuel. No era un reproche amargo, sino una realidad honesta. El pueblo no necesitaba menos a Dios; necesitaba entender que ningún rey sustituiría jamás la presencia soberana de Jehová.
Luego, mediante el uso del urim y el tummim, se eligió primero la tribu de Benjamín. Después, la familia de Matri. Y finalmente, Saúl hijo de Cis. Pero cuando intentaron presentarlo, no estaba. Tuvo que ser buscado otra vez. “He aquí que está escondido entre el bagaje.” No era miedo. Era humildad. Una respuesta natural de alguien que, aunque preparado por Dios, aún no comprendía plenamente el alcance de su llamado.
Cuando lo encontraron y lo pusieron delante del pueblo, Samuel lo presentó con palabras poderosas: “¿Habéis visto al que ha elegido Jehová, que no hay semejante á él en todo el pueblo?” Y el pueblo respondió con alegría: “¡Viva el rey!”
Un corazón tocado por Dios… pero no permanente
Lo interesante de este capítulo es que no termina con una coronación solemne ni con un pacto formal. Termina con un pueblo dividido. Muchos aceptaron a Saúl. Otros, los impíos, lo menospreciaron: “¿Cómo nos ha de salvar éste?” y ni siquiera le trajeron presente. Pero Saúl, por su parte, no respondió con ira. “Él disimuló.”
Esa actitud inicial puede parecer positiva, pero también es una advertencia. Porque aunque Saúl comenzó siendo guiado por Dios, su corazón no permaneció fiel. Y eso nos lleva a reflexionar: tener un llamado no garantiza fidelidad. Recibir una unción no asegura obediencia. Como cristianos, muchos recibimos dones, ministerios, posiciones privilegiadas… pero lo que importa no es cómo comenzamos, sino cómo terminamos.
Lecciones clave para nuestra vida espiritual
Esta historia no es solo antigua. Nos habla a nosotros hoy. Primero, que Dios puede usar a cualquiera, incluso cuando no nos sentimos preparados. Segundo, que muchas veces Él llama cuando estamos simplemente cumpliendo con nuestras responsabilidades cotidianas. Tercero, que la unción real no viene de títulos o ceremonias, sino de una relación sincera con Él. Cuarto, que los signos son importantes, pero lo más importante es mantener un corazón rendido. Quinto, que mostrar humildad no significa debilidad, sino sabiduría.
Si tú hoy estás pasando por una temporada de incertidumbre, preguntándote cuál es el propósito de Dios para tu vida, recuerda: Él tiene un plan. Puede que no sea evidente todavía. Puede que estés buscando “asnos”, mientras Él te está preparando para un trono. Pero cuando llegue el momento correcto, verás cómo todo converge para mostrarte que todo era parte del plan divino.
Porque eso es lo que hizo Jehová con Saúl. Y eso es lo que sigue haciendo con quienes se dejan guiar por Él.
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Texto integro del Libro de 1 Samuel capítulo: 10
1 Samuel capítulo 10
Capítulo 10
TOMANDO entonces Samuel una ampolla de aceite, derramóla sobre su cabeza, y besólo, y díjole: ¿No te ha ungido Jehová por capitán sobre su heredad?
2 Hoy, después que te hayas apartado de mí, hallarás dos hombres junto al sepulcro de Rachêl, en el término de Benjamín, en Selsah, los cuales te dirán: Las asnas que habías ido á buscar, se han hallado; tu padre pues ha dejado ya el negocio de las asnas, si bien está angustioso por vosotros, diciendo: ¿Qué haré acerca de mi hijo?
3 Y como de allí te fueres más adelante, y llegares á la campiña de Tabor, te saldrán al encuentro tres hombres que suben á Dios en Beth-el, llevando el uno tres cabritos, y el otro tres tortas de pan, y el tercero una vasija de vino:
4 Los cuales, luego que te hayan saludado, te darán dos panes, los que tomarás de manos de ellos.
5 De allí vendrás al collado de Dios donde está la guarnición de los Filisteos; y cuando entrares allá en la ciudad encontrarás una compañía de profetas que descienden del alto, y delante de ellos salterio, y adufe, y flauta, y arpa, y ellos profetizando:
6 Y el espíritu de Jehová te arrebatará, y profetizarás con ellos, y serás mudado en otro hombre.
7 Y cuando te hubieren sobrevenido estas señales, haz lo que te viniere á la mano, porque Dios es contigo.
8 Y bajarás delante de mí á Gilgal; y luego descenderé yo á ti para sacrificar holocaustos, é inmolar víctimas pacíficas. Espera siete días, hasta que yo venga á ti, y te enseñe lo que has de hacer.
9 Y fué que así como tornó él su hombro para partirse de Samuel, mudóle Dios su corazón; y todas estas señales acaecieron en aquel día.
10 Y cuando llegaron allá al collado, he aquí la compañía de los profetas que venía á encontrarse con él, y el espíritu de Dios lo arrebató, y profetizó entre ellos.
11 Y aconteció que, cuando todos los que le conocían de ayer y de antes, vieron como profetizaba con los profetas, el pueblo decía el uno al otro: ¿Qué ha sucedido al hijo de Cis? ¿Saúl también entre los profetas?
12 Y alguno de allí respondió, y dijo: ¿Y quién es el padre de ellos? Por esta causa se tornó en proverbio: ¿También Saúl entre los profetas?
13 Y cesó de profetizar, y llegó al alto.
14 Y un tío de Saúl dijo á él y á su criado: ¿Dónde fuisteis? Y él respondió: A buscar las asnas; y como vimos que no parecían, fuimos á Samuel.
15 Y dijo el tío de Saúl: Yo te ruego me declares qué os dijo Samuel.
16 Y Saúl respondió á su tío: Declarónos expresamente que las asnas habían parecido. Mas del negocio del reino, de que Samuel le había hablado, no le descubrió nada.
17 Y Samuel convocó el pueblo á Jehová en Mizpa;
18 Y dijo á los hijos de Israel: Así ha dicho Jehová el Dios de Israel: Yo saqué á Israel de Egipto, y os libré de mano de los Egipcios, y de mano de todos los reinos que os afligieron:
19 Mas vosotros habéis desechado hoy á vuestro Dios, que os guarda de todas vuestras aflicciones y angustias, y dijisteis: No, sino pon rey sobre nosotros. Ahora pues, poneos delante de Jehová por vuestras tribus y por vuestros millares.
20 Y haciendo allegar Samuel todas las tribus de Israel, fué tomada la tribu de Benjamín.
21 E hizo llegar la tribu de Benjamín por sus linajes, y fué tomada la familia de Matri; y de ella fué tomado Saúl hijo de Cis. Y le buscaron, mas no fué hallado.
22 Preguntaron pues otra vez á Jehová, si había aún de venir allí aquel varón. Y respondió Jehová: He aquí que él está escondido entre el bagaje.
23 Entonces corrieron, y tomáronlo de allí, y puesto en medio del pueblo, desde el hombro arriba era más alto que todo el pueblo.
24 Y Samuel dijo á todo el pueblo: ¿Habéis visto al que ha elegido Jehová, que no hay semejante á él en todo el pueblo? Entonces el pueblo clamó con alegría, diciendo: Viva el rey.
25 Samuel recitó luego al pueblo el derecho del reino, y escribiólo en un libro, el cual guardó delante de Jehová.
26 Y envió Samuel á todo el pueblo cada uno á su casa. Y Saúl también se fué á su casa en Gabaa, y fueron con él el ejército, el corazón de los cuales Dios había tocado.
27 Pero los impíos dijeron: ¿Cómo nos ha de salvar éste? Y tuviéronle en poco, y no le trajeron presente: mas él disimuló.
Resumen del capítulo 10 del libro de 1 Samuel
El capítulo 10 del libro de 1 Samuel en la Biblia continúa la historia de Saúl, quien ha sido ungido como el primer rey de Israel por el profeta Samuel. A continuación, se presenta un resumen exhaustivo del capítulo 10:
El capítulo 10 comienza con Samuel tomando un frasco de aceite y derramándolo sobre la cabeza de Saúl, ungéndolo como rey de Israel según la voluntad de Dios. Después de la unción, Samuel da instrucciones específicas a Saúl sobre lo que le sucederá en el camino de regreso a casa.
Samuel le dice a Saúl que encontrará a dos hombres cerca de la tumba de Raquel y que le informarán que las asnas que había estado buscando ya fueron encontradas y que su padre, Cis, está preocupado por él. Además, Samuel predice una serie de señales que ocurrirán en el camino de Saúl de regreso a su hogar, como encontrarse con tres hombres que llevan ofrendas de pan, vino y un cabrito.
Luego, Samuel le dice a Saúl que, al llegar a la colina de Dios en Betel, se encontrará con un grupo de profetas que están profetizando y alabando a Dios. El Espíritu del Señor vendrá sobre Saúl, y él también se unirá a ellos en la profecía. Samuel le advierte a Saúl que, cuando todas estas señales sucedan, debe entender que Dios lo ha ungido como rey de Israel.
Todo lo que Samuel predijo le sucede a Saúl mientras regresa a su hogar, y el Espíritu de Dios desciende sobre él, cambiando su corazón y su actitud. Cuando llega a su ciudad, es recibido con sorpresa por sus vecinos, ya que Saúl no tiene fama ni posición real previa.
Luego, Samuel convoca a una asamblea en Mizpa para presentar oficialmente a Saúl como rey ante el pueblo. Saúl es seleccionado por sorteo y proclamado rey por Samuel. Sin embargo, algunos israelitas están escépticos y dudan de la elección de Saúl como rey.
El capítulo concluye con Samuel escribiendo las leyes y los deberes del rey en un libro y lo coloca ante el Señor. Luego, Samuel envía a casa a todos los israelitas, y Saúl regresa a su hogar en Guibeá acompañado de un grupo de valientes que se han unido a él.
En resumen, el capítulo 10 de 1 Samuel continúa la historia de Saúl, quien ha sido ungido como el rey de Israel. Se cumplen las señales profetizadas por Samuel, y Saúl es proclamado oficialmente como rey en una asamblea en Mizpa. A pesar de la duda de algunos israelitas, Saúl asume su papel como líder ungido por Dios. El capítulo también destaca la importancia del Espíritu del Señor en la vida y el liderazgo de Saúl.