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1 Reyes 9

1 Reyes 9: La respuesta de Dios a Salomón y el propósito eterno del Templo

Después de que Salomón termina la construcción del Templo en Jerusalén, su historia no se detiene. En 1 Reyes capítulo 9, leemos un momento crucial: Dios responde al rey con una promesa llena de gracia… pero también con advertencias claras sobre el futuro. Este es un pasaje que nos invita a reflexionar no solo sobre lo sagrado del lugar que se dedicó al Señor, sino sobre la responsabilidad que tenemos quienes somos llamados por Su nombre.

Una nueva aparición divina

Cuando Salomón concluye las obras del Templo y su propia residencia real, Dios vuelve a aparecérsele. Esta segunda manifestación recuerda la primera vez que Jehová se le reveló en Gabaón, allí donde el joven rey pidió sabiduría para gobernar al pueblo. Ahora, tras años de liderazgo y tras haber cumplido con la misión de construir una casa para el Nombre de Dios, Salomón recibe una confirmación extraordinaria: “He santificado esta casa que tú has edificado, para poner mi nombre en ella para siempre; y en ella estarán mis ojos y mi corazón todos los días” (versículo 3).

Qué hermoso es saber que nuestro Dios no solo acepta nuestras ofrendas, sino que mora entre ellas. No fue casualidad que Salomón construyera el Templo ni que Israel se moviera como nación para consagrar ese espacio. Todo formaba parte del plan perfecto de Dios para tener un lugar desde donde mostrar Su gloria, atender las oraciones de Su pueblo y establecer un punto de encuentro entre lo humano y lo divino.

Las bendiciones de la fidelidad

Jehová no se queda en palabras bonitas. Le sigue una promesa tremenda: si Salomón camina delante de Él como anduvo David su padre, guardando Sus mandamientos, estatutos y derechos, entonces afirmará su trono sobre Israel para siempre. Esto era una reafirmación de la promesa hecha a David, conocida por muchos como la alianza davídica, según la cual nunca faltaría un descendiente suyo en el trono de Israel.

Pero aquí hay más que política o genealogía. Hay un pacto moral, un llamado a vivir con integridad delante del Altísimo. El rey no podía separar su autoridad espiritual de su responsabilidad personal. De hecho, este principio sigue vigente: aquellos que han sido exaltados por Dios tienen una responsabilidad mayor de mantenerse firmes en obediencia.

La advertencia detrás de la promesa

Aunque la promesa es clara y hermosa, viene acompañada de una advertencia poderosa. Si Salomón o sus descendientes se apartan de Jehová, si adoran dioses ajenos, si rompen el pacto, Él actuará con justicia: “Yo cortaré á Israel de sobre la haz de la tierra… y esta casa que he santificado á mi nombre, yo la echaré de delante de mí”. ¿Puedes imaginar el impacto de estas palabras? Aquella casa que simbolizaba la presencia de Dios podría ser abandonada si el pueblo elegido se volvía hacia otros dioses.

Esto no es solo un mensaje para un rey antiguo o para una nación desaparecida. Es un recordatorio para cada uno de nosotros: la relación con Dios no se mantiene solo por tradición o por lo que hicimos una vez. Requiere fidelidad constante, arrepentimiento sincero y una vida orientada hacia la santidad. Sin ella, incluso lo más precioso puede ser perdido.

Historia, comercio y diplomacia en medio del reinado de Salomón

El relato continúa con detalles históricos que ayudan a entender el contexto del reinado. Tras veinte años de trabajo en el Templo y el palacio real, Salomón entrega veinte ciudades en Galilea al rey Hiram de Tiro, como pago por la ayuda recibida en madera y oro. Pero no todo marcha bien: Hiram no está contento con el regalo, y bautiza esas ciudades con el nombre de “Cabul”, que sugiere algo inservible o decepcionante.

Esto nos muestra que no todo fue éxito absoluto. Incluso en un tiempo dorado como el de Salomón, hubo tensiones diplomáticas, decisiones económicas complejas y consecuencias de actos políticos. Pero también demuestra cómo Jehová usó incluso estas situaciones humanas para levantar fortalezas, murallas y centros de defensa estratégica como Gezer, Bet-horon y Tadmor.

El culto fiel y la expansión marítima

A pesar de las sombras que empiezan a perfilarse, Salomón no deja de cumplir con su deber religioso. Ofrece holocaustos tres veces al año, quemaba incienso sobre el altar, y mantenía el sistema de sacrificios según el mandamiento de Dios. Era un rey que tenía presente que su autoridad venía de lo alto, no solo de la tierra.

Además, amplía su influencia comercial y marítima. Con la ayuda de Hiram, construye barcos en Ezión-geber, puerto en el Mar Rojo, y envía expediciones a Ofir, de donde traen enormes cantidades de oro. Esto le da fuerza económica, pero también expone al pueblo a nuevas influencias, algo que con el tiempo se convertirá en un peligro espiritual.

¿Qué significa esto para nosotros hoy?

Este capítulo no solo narra eventos del pasado, sino que nos habla del presente. Nos dice que Dios está con quienes lo buscan con verdad. Que cumple Sus promesas, pero también mantiene Sus principios. Que el éxito material o religioso no garantiza la bendición permanente si no hay fidelidad en el corazón.

Si eres líder, ya sea en tu hogar, en tu iglesia, en tu trabajo o comunidad, este texto te interpela: ¿estás caminando con integridad delante de Dios? ¿Tu vida refleja una dependencia genuina de Él? ¿Tus decisiones están alineadas con Sus enseñanzas?

Dios tiene un templo hoy: no de piedras talladas, sino de vidas transformadas. Somos el templo del Espíritu Santo. Y así como miró con amor el Templo de Salomón, mira con esperanza nuestros corazones. Pero también espera de nosotros un andar recto, una devoción sincera, un temor reverencial ante Su grandeza.

¿Te gustaría compartir este artículo con alguien que necesite escuchar el llamado de Dios a la fidelidad, al arrepentimiento o a la renovación espiritual? Hazlo llegar. Podrías ser el instrumento que Dios use para tocar una vida hoy.

Texto integro del Libro de 1 Reyes capítulo: 9
1 Reyes capítulo 9

Capítulo 9

Y COMO Salomón hubo acabado la obra de la casa de Jehová, y la casa real, y todo lo que Salomón quiso hacer,
2 Jehová apareció á Salomón la segunda vez, como le había aparecido en Gabaón.
3 Y díjole Jehová: Yo he oído tu oración y tu ruego, que has hecho en mi presencia. Yo he santificado esta casa que tú has edificado, para poner mi nombre en ella para siempre; y en ella estarán mis ojos y mi corazón todos los días.
4 Y si tú anduvieres delante de mí, como anduvo David tu padre, en integridad de corazón y en equidad, haciendo todas las cosas que yo te he mandado, y guardando mis estatutos y mis derechos,
5 Yo afirmaré el trono de tu reino sobre Israel para siempre, como hablé á David tu padre, diciendo: No faltará de ti varón en el trono de Israel.
6 Mas si obstinadamente os apartareis de mí vosotros y vuestros hijos, y no guardareis mis mandamientos y mis estatutos que yo he puesto delante de vosotros, sino que fuereis y sirviereis á dioses ajenos, y los adorareis;
7 Yo cortaré á Israel de sobre la haz de la tierra que les he entregado; y esta casa que he santificado á mi nombre, yo la echaré de delante de mí, é Israel será por proverbio y fábula á todos los pueblos;
8 Y esta casa que estaba en estima, cualquiera que pasare por ella se pasmará, y silbará, y dirá: ¿Por qué ha hecho así Jehová á esta tierra, y á esta casa?
9 Y dirán: Por cuanto dejaron á Jehová su Dios, que había sacado á sus padres de tierra de Egipto, y echaron mano á dioses ajenos, y los adoraron, y los sirvieron: por eso ha traído Jehová sobre ellos todo aqueste mal.
10 Y aconteció al cabo de veinte años, en que Salomón había edificado las dos casas, la casa de Jehová y la casa real,
11 (Para las cuales Hiram rey de Tiro, había traído á Salomón madera de cedro y de haya, y cuanto oro él quiso), que el rey Salomón dió á Hiram veinte ciudades en tierra de Galilea.
12 Y salió Hiram de Tiro para ver las ciudades que Salomón le había dado, y no le contentaron.
13 Y dijo: ¿Qué ciudades son estas que me has dado, hermano? Y púsoles por nombre, la tierra de Cabul, hasta hoy.
14 Y había Hiram enviado al rey ciento y veinte talentos de oro.
15 Y esta es la razón del tributo que el rey Salomón impuso para edificar la casa de Jehová, y su casa, y á Millo, y el muro de Jerusalem, y á Hasor, y Megiddo, y Gezer.
16 Faraón el rey de Egipto había subido y tomado á Gezer, y quemádola, y había muerto los Cananeos que habitaban la ciudad, y dádola en don á su hija la mujer de Salomón.
17 Restauró pues Salomón á Gezer, y á la baja Beth-oron,
18 Y á Baalath, y á Tadmor en tierra del desierto;
19 Asimismo todas las ciudades donde Salomón tenía municiones, y las ciudades de los carros, y las ciudades de la gente de á caballo, y todo lo que Salomón deseó edificar en Jerusalem, en el Líbano, y en toda la tierra de su señorío.
20 A todos los pueblos que quedaron de los Amorrheos, Hetheos, Pherezeos, Heveos, Jebuseos, que no fueron de los hijos de Israel;
21 A sus hijos que quedaron en la tierra después de ellos, que los hijos de Israel no pudieron acabar, hizo Salomón que sirviesen con tributo hasta hoy.
22 Mas á ninguno de los hijos de Israel impuso Salomón servicio, sino que eran hombres de guerra, ó sus criados, ó sus príncipes, ó sus capitanes, ó comandantes de sus carros, ó su gente de á caballo.
23 Y los que Salomón había hecho jefes y prepósitos sobre las obras, eran quinientos y cincuenta, los cuales estaban sobre el pueblo que trabajaba en aquella obra.
24 Y subió la hija de Faraón de la ciudad de David á su casa que Salomón le había edificado: entonces edificó él á Millo.
25 Y ofrecía Salomón tres veces cada un año holocaustos y pacíficos sobre el altar que él edificó á Jehová, y quemaba perfumes sobre el que estaba delante de Jehová, después que la casa fué acabada.
26 Hizo también el rey Salomón navíos en Ezión-geber, que es junto á Elath en la ribera del mar Bermejo, en la tierra de Edom.
27 Y envió Hiram en ellos á sus siervos, marineros y diestros en la mar, con los siervos de Salomón:
28 Los cuales fueron á Ophir, y tomaron de allí oro, cuatrocientos y veinte talentos, y trajéronlo al rey Salomón.

Resumen del capítulo 9 del libro de 1 Reyes

El Libro de 1 Reyes, capítulo 9, se enfoca en la respuesta divina a la construcción del Templo y el palacio de Salomón, así como en otros eventos relacionados con el reinado de Salomón. A continuación, se presenta un resumen exhaustivo del capítulo 9:

El capítulo comienza con una narrativa que describe cómo Dios se le aparece a Salomón después de la finalización de la construcción del Templo y el palacio real. El Señor confirma su presencia en el Templo y promete bendiciones continuas para Israel si ellos siguen sus mandamientos y caminos. Sin embargo, también advierte sobre las consecuencias de la desobediencia: la destrucción del Templo y la ruina de la ciudad de Jerusalén.

Salomón también entrega a Hiram de Tiro una serie de ciudades en Galilea como pago por los materiales que le proporcionó durante la construcción del Templo. Sin embargo, Hiram no está satisfecho con estas ciudades y las llama “tierra de Cabul”, lo que sugiere que eran poco valiosas o inútiles. A pesar de la entrega de estas ciudades, Hiram y Salomón mantienen relaciones amistosas y continúan comerciando.

El capítulo 9 también menciona la construcción de otras ciudades y fortificaciones en Israel, así como la renovación de la flota naval israelita en el Mar Rojo. Salomón muestra su habilidad para administrar y fortalecer el reino.

El versículo 10 destaca la duración del reinado de Salomón en Jerusalén, que fue de 40 años. También menciona la prosperidad y el esplendor de su gobierno.

El capítulo concluye con una lista de los oficiales y gobernantes de su corte, así como una referencia a los esclavos y sirvientes extranjeros que trabajaron en su reino.

En resumen, el capítulo 9 de 1 Reyes registra la respuesta divina a la construcción del Templo y el palacio de Salomón, enfatizando la importancia de la obediencia a Dios para recibir sus bendiciones. También relata eventos relacionados con el reinado de Salomón, incluyendo acuerdos territoriales y fortificaciones, así como la duración y la prosperidad de su gobierno en Jerusalén.

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