Mateo 26: La Traición, la Última Cena y el Juicio de Jesús
El capítulo 26 de Mateo marca el inicio del fin del ministerio terrenal de Jesús. Aquí encontramos algunos de los momentos más dramáticos y conmovedores de los Evangelios: la conspiración contra Jesús, su unción en Betania, la traición de Judas, la institución de la Santa Cena, su agonía en Getsemaní y su arresto. Cada detalle revela el cumplimiento de las profecías y el profundo amor de Cristo, incluso frente a la traición y el sufrimiento.
El Complot para Arrestar a Jesús: La Profecía se Cumple
Todo comienza cuando Jesús anuncia a sus discípulos: “Sabéis que dentro de dos días se celebra la Pascua, y el Hijo del Hombre será entregado para ser crucificado” (Mateo 26:2). Mientras tanto, los principales sacerdotes y ancianos conspiran en secreto para matarlo, pero temen hacerlo durante la fiesta para evitar un alboroto entre el pueblo (Mateo 26:4-5).
Este momento muestra la ironía divina: los líderes religiosos creen que actúan por su propia voluntad, pero en realidad están cumpliendo el plan de Dios. Jesús ya lo había predicho: su muerte no sería un accidente, sino el sacrificio perfecto por la humanidad.
La Unción en Betania: Un Acto de Amor y Devoción
En medio de la oscuridad que se cierne, surge un momento de belleza y consagración. Una mujer (identificada en otros Evangelios como María, hermana de Lázaro) derrama un costoso perfume de alabastro sobre la cabeza de Jesús. Los discípulos, especialmente Judas, se indignan: “¿Para qué este desperdicio? Podía haberse vendido y dado a los pobres” (Mateo 26:8-9).
Pero Jesús la defiende: “Ha hecho una buena obra… al derramar este perfume sobre mi cuerpo, lo ha hecho para prepararme para la sepultura” (Mateo 26:10,12). Este acto, criticado por algunos, es alabado por Cristo y quedará registrado para siempre en el Evangelio.
Aquí vemos una lección clave: la adoración genuina no siempre es comprendida por los demás, pero Dios la valora.
Judas Iscariote: La Traición por Treinta Monedas de Plata
Uno de los momentos más trágicos de la Biblia ocurre cuando Judas, uno de los doce, va a los sacerdotes y pacta entregar a Jesús por treinta piezas de plata (Mateo 26:14-16). Esta cifra no era casual: era el precio de un esclavo (Éxodo 21:32), una burla profética al Rey del universo.
Durante la Última Cena, Jesús revela que uno de ellos lo traicionará. Los discípulos, consternados, preguntan: “¿Soy yo, Señor?” (Mateo 26:22). Judas incluso finge inocencia, pero Jesús responde: “Tú lo has dicho” (Mateo 26:25).
La traición de Judas nos hace reflexionar: ¿Cómo alguien que caminó con Jesús, vio sus milagros y escuchó sus enseñanzas, pudo venderlo? La respuesta está en el corazón humano: el amor al dinero y la decepción pueden endurecer incluso a quienes estuvieron más cerca de la luz.
La Institución de la Santa Cena: El Nuevo Pacto
En medio de la tensión, Jesús establece uno de los sacramentos más sagrados del cristianismo: la Cena del Señor. Toma el pan, lo parte y dice: “Tomad, comed; esto es mi cuerpo” (Mateo 26:26). Luego, la copa: “Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados” (Mateo 26:27-28).
Este acto no es solo simbólico; es el memorial de su sacrificio y la promesa de su regreso: “No beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre” (Mateo 26:29).
Hoy, cada vez que celebramos la Santa Cena, recordamos que nuestra salvación fue comprada con el cuerpo y la sangre de Cristo.
La Agonía en Getsemaní: La Sumisión Perfecta
Después de la cena, Jesús se retira al Huerto de Getsemaní con Pedro, Santiago y Juan. Allí, en angustia, les dice: “Mi alma está muy triste, hasta la muerte” (Mateo 26:38). Ora tres veces: “Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú” (Mateo 26:39).
Mientras Jesús suda “como grandes gotas de sangre” (Lucas 22:44), sus discípulos se duermen. Él los reprende: “¿No habéis podido velar conmigo una hora?” (Mateo 26:40).
Este pasaje revela la humanidad de Cristo (sintiendo temor y dolor) y su perfecta obediencia. A diferencia de Adán, que desobedeció en un jardín, Jesús se somete a la voluntad del Padre en otro jardín, asegurando nuestra redención.
El Arresto de Jesús: La Hora de las Tinieblas
Judas llega con una turba armada y lo traiciona con un beso, la señal más hipócrita. Jesús responde: “Amigo, ¿a qué vienes?” (Mateo 26:50). Pedro intenta defenderlo cortando la oreja de un siervo, pero Jesús lo detiene: “Vuelve tu espada… ¿Acaso piensas que no puedo pedir a mi Padre doce legiones de ángeles?” (Mateo 26:52-53).
Todo esto sucede “para que se cumplan las Escrituras” (Mateo 26:56). Jesús no es una víctima; es el Cordero de Dios que se entrega voluntariamente.
El Juicio Farsa y la Negación de Pedro
Jesús es llevado ante Caifás, el sumo sacerdote, donde falsos testigos lo acusan. Cuando Caifás le pregunta: “¿Eres tú el Cristo, el Hijo de Dios?”, Jesús responde: “Tú lo has dicho” (Mateo 26:63-64). Esto basta para que lo declaren culpable de blasfemia.
Mientras tanto, Pedro, quien había jurado nunca negar a Jesús, lo hace tres veces antes del canto del gallo, cumpliendo otra profecía de Cristo. Al darse cuenta, “lloró amargamente” (Mateo 26:75).
Mateo 26 Hoy: ¿Qué Significa para Nosotros?
Este capítulo nos confronta con preguntas profundas:
- ¿Somos como Judas? ¿Hemos vendido a Jesús por comodidad, dinero o miedo?
- ¿Somos como Pedro? ¿Lo hemos negado con nuestras acciones, aunque decimos seguirlo?
- ¿Somos como los discípulos? ¿Nos dormimos espiritualmente cuando deberíamos estar orando?
Pero también nos muestra la gracia de Cristo:
- Aun en su dolor, intercede por nosotros.
- Aun siendo traicionado, ofrece perdón.
- Aun en la oscuridad, cumple el plan de salvación.
La historia no termina aquí. La cruz está cerca, pero la resurrección también. Por eso, este relato no es solo trágico; es el comienzo de la victoria más grande de la historia.
Texto integro del Libro de la biblia Mateo capítulo: 26
Mateo 26
El complot para prender a Jesús
1Cuando hubo acabado Jesús todas estas palabras, dijo a sus discípulos:
2Sabéis que dentro de dos días se celebra la pascua, y el Hijo del Hombre será entregado para ser crucificado.
3Entonces los principales sacerdotes, los escribas, y los ancianos del pueblo se reunieron en el patio del sumo sacerdote llamado Caifás,
4y tuvieron consejo para prender con engaño a Jesús, y matarle.
5Pero decían: No durante la fiesta, para que no se haga alboroto en el pueblo.
Jesús es ungido en Betania
6Y estando Jesús en Betania, en casa de Simón el leproso,
7vino a él una mujer, con un vaso de alabastro de perfume de gran precio, y lo derramó sobre la cabeza de él, estando sentado a la mesa.
8Al ver esto, los discípulos se enojaron, diciendo: ¿Para qué este desperdicio?
9Porque esto podía haberse vendido a gran precio, y haberse dado a los pobres.
10Y entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Por qué molestáis a esta mujer? pues ha hecho conmigo una buena obra.
11Porque siempre tendréis pobres con vosotros, pero a mí no siempre me tendréis.
12Porque al derramar este perfume sobre mi cuerpo, lo ha hecho a fin de prepararme para la sepultura.
13De cierto os digo que dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, también se contará lo que ésta ha hecho, para memoria de ella.
Judas ofrece entregar a Jesús
14Entonces uno de los doce, que se llamaba Judas Iscariote, fue a los principales sacerdotes,
15y les dijo: ¿Qué me queréis dar, y yo os lo entregaré? Y ellos le asignaron treinta piezas de plata.
16Y desde entonces buscaba oportunidad para entregarle.
Institución de la Cena del Señor
17El primer día de la fiesta de los panes sin levadura, vinieron los discípulos a Jesús, diciéndole: ¿Dónde quieres que preparemos para que comas la pascua?
18Y él dijo: Id a la ciudad a cierto hombre, y decidle: El Maestro dice: Mi tiempo está cerca; en tu casa celebraré la pascua con mis discípulos.
19Y los discípulos hicieron como Jesús les mandó, y prepararon la pascua.
20Cuando llegó la noche, se sentó a la mesa con los doce.
21Y mientras comían, dijo: De cierto os digo, que uno de vosotros me va a entregar.
22Y entristecidos en gran manera, comenzó cada uno de ellos a decirle: ¿Soy yo, Señor?
23Entonces él respondiendo, dijo: El que mete la mano conmigo en el plato, ése me va a entregar.
24A la verdad el Hijo del Hombre va, según está escrito de él, mas ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del Hombre es entregado! Bueno le fuera a ese hombre no haber nacido.
25Entonces respondiendo Judas, el que le entregaba, dijo: ¿Soy yo, Maestro? Le dijo: Tú lo has dicho.
26Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo.
27Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos;
28porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados.
29Y os digo que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre.
Jesús anuncia la negación de Pedro
30Y cuando hubieron cantado el himno, salieron al monte de los Olivos.
31Entonces Jesús les dijo: Todos vosotros os escandalizaréis de mí esta noche; porque escrito está: Heriré al pastor, y las ovejas del rebaño serán dispersadas.
32Pero después que haya resucitado, iré delante de vosotros a Galilea.
33Respondiendo Pedro, le dijo: Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré.
34Jesús le dijo: De cierto te digo que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces.
35Pedro le dijo: Aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré. Y todos los discípulos dijeron lo mismo.
Jesús ora en Getsemaní
36Entonces llegó Jesús con ellos a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos: Sentaos aquí, entre tanto que voy allí y oro.
37Y tomando a Pedro, y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera.
38Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo.
39Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú.
40Vino luego a sus discípulos, y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: ¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora?
41Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.
42Otra vez fue, y oró por segunda vez, diciendo: Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad.
43Vino otra vez y los halló durmiendo, porque los ojos de ellos estaban cargados de sueño.
44Y dejándolos, se fue de nuevo, y oró por tercera vez, diciendo las mismas palabras.
45Entonces vino a sus discípulos y les dijo: Dormid ya, y descansad. He aquí ha llegado la hora, y el Hijo del Hombre es entregado en manos de pecadores.
46Levantaos, vamos; ved, se acerca el que me entrega.
Arresto de Jesús
47Mientras todavía hablaba, vino Judas, uno de los doce, y con él mucha gente con espadas y palos, de parte de los principales sacerdotes y de los ancianos del pueblo.
48Y el que le entregaba les había dado señal, diciendo: Al que yo besare, ése es; prendedle.
49Y en seguida se acercó a Jesús y dijo: ¡Salve, Maestro! Y le besó.
50Y Jesús le dijo: Amigo, ¿a qué vienes? Entonces se acercaron y echaron mano a Jesús, y le prendieron.
51Pero uno de los que estaban con Jesús, extendiendo la mano, sacó su espada, e hiriendo a un siervo del sumo sacerdote, le quitó la oreja.
52Entonces Jesús le dijo: Vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que tomen espada, a espada perecerán.
53¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y que él no me daría más de doce legiones de ángeles?
54¿Pero cómo entonces se cumplirían las Escrituras, de que es necesario que así se haga?
55En aquella hora dijo Jesús a la gente:¿Como contra un ladrón habéis salido con espadas y con palos para prenderme? Cada día me sentaba con vosotros enseñando en el templo, y no me prendisteis.
56Mas todo esto sucede, para que se cumplan las Escrituras de los profetas.Entonces todos los discípulos, dejándole, huyeron.
Jesús ante el concilio
57Los que prendieron a Jesús le llevaron al sumo sacerdote Caifás, adonde estaban reunidos los escribas y los ancianos.
58Mas Pedro le seguía de lejos hasta el patio del sumo sacerdote; y entrando, se sentó con los alguaciles, para ver el fin.
59Y los principales sacerdotes y los ancianos y todo el concilio, buscaban falso testimonio contra Jesús, para entregarle a la muerte,
60y no lo hallaron, aunque muchos testigos falsos se presentaban. Pero al fin vinieron dos testigos falsos,
61que dijeron: Este dijo: Puedo derribar el templo de Dios, y en tres días reedificarlo.
62Y levantándose el sumo sacerdote, le dijo: ¿No respondes nada? ¿Qué testifican éstos contra ti?
63Mas Jesús callaba. Entonces el sumo sacerdote le dijo: Te conjuro por el Dios viviente, que nos digas si eres tú el Cristo, el Hijo de Dios.
64Jesús le dijo: Tú lo has dicho; y además os digo, que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo.
65Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo: ¡Ha blasfemado! ¿Qué más necesidad tenemos de testigos? He aquí, ahora mismo habéis oído su blasfemia.
66¿Qué os parece? Y respondiendo ellos, dijeron: ¡Es reo de muerte!
67Entonces le escupieron en el rostro, y le dieron de puñetazos, y otros le abofeteaban,
68diciendo: Profetízanos, Cristo, quién es el que te golpeó.
Pedro niega a Jesús
69Pedro estaba sentado fuera en el patio; y se le acercó una criada, diciendo: Tú también estabas con Jesús el galileo.
70Mas él negó delante de todos, diciendo: No sé lo que dices.
71Saliendo él a la puerta, le vio otra, y dijo a los que estaban allí: También éste estaba con Jesús el nazareno.
72Pero él negó otra vez con juramento: No conozco al hombre.
73Un poco después, acercándose los que por allí estaban, dijeron a Pedro: Verdaderamente también tú eres de ellos, porque aun tu manera de hablar te descubre.
74Entonces él comenzó a maldecir, y a jurar: No conozco al hombre. Y en seguida cantó el gallo.
75Entonces Pedro se acordó de las palabras de Jesús, que le había dicho:Antes que cante el gallo, me negarás tres veces. Y saliendo fuera, lloró amargamente.
Resumen del capítulo 26 del libro de Mateo
El capítulo 26 del Evangelio según Mateo es un capítulo crucial que narra los eventos que preceden a la crucifixión de Jesús. Este capítulo es fundamental en la narrativa de la Pasión y contiene la descripción detallada de la Última Cena, la traición de Judas, la agonía en el Getsemaní y la posterior aprehensión de Jesús.
La narrativa comienza con Jesús prediciendo su muerte inminente y la traición de uno de sus discípulos durante la celebración de la Pascua. Durante la Última Cena, Jesús instituye la Cena del Señor o la Eucaristía, utilizando el pan y el vino como símbolos de su cuerpo y su sangre, que serían entregados y derramados por la redención de muchos. Este acto establece la práctica sacramental central en la tradición cristiana y ha sido una parte esencial de la liturgia cristiana a lo largo de los siglos.
En este contexto, Jesús revela la inminente traición de uno de sus discípulos. Judas Iscariote, uno de los Doce, se ofrece a entregar a Jesús a las autoridades judías por treinta piezas de plata. Este acto desencadena una secuencia de eventos que lleva a la aprehensión y posterior juicio de Jesús.
Después de la Última Cena, Jesús y sus discípulos se dirigen al Monte de los Olivos, específicamente al jardín llamado Getsemaní. Aquí, Jesús experimenta una profunda agonía y angustia mientras ora a su Padre celestial. En esta oración, conocida como la Oración en el Getsemaní, Jesús revela su sumisión a la voluntad de Dios, incluso en medio del sufrimiento y la inminente traición y crucifixión. Sus discípulos, sin embargo, luchan por mantenerse despiertos y no comprenden completamente la intensidad de lo que está por suceder.
El clímax del capítulo se alcanza con la llegada de Judas y las autoridades judías para arrestar a Jesús. Judas identifica a Jesús besándolo, y los discípulos, ante la resistencia de Pedro, se dan cuenta de la gravedad de la situación. Jesús, en un acto de resignación y paz, se somete a su arresto, y sus discípulos huyen.
El capítulo 26 también destaca el juicio de Jesús ante el sumo sacerdote Caifás y el Sanedrín, donde enfrenta acusaciones falsas y maltratos. Pedro, mientras tanto, enfrenta la presión y niega conocer a Jesús tres veces, cumpliendo la predicción previa de Jesús sobre su negación.
El capítulo concluye con Jesús siendo llevado ante el gobernador romano Poncio Pilato. Pilato, aunque reconoce la inocencia de Jesús, cede ante la presión de la multitud y autoriza su crucifixión. Antes de ser entregado para ser crucificado, Jesús es azotado y maltratado.
En resumen, el capítulo 26 de Mateo es una parte esencial de la narrativa de la Pasión de Cristo. Presenta la Última Cena, donde Jesús instituye la Cena del Señor y predice su traición. Describe la agonía de Jesús en el Getsemaní, su arresto, el juicio injusto y su enfrentamiento con Pilato. Este capítulo pone en marcha los eventos que llevarán a la crucifixión y muerte de Jesús, marcando un punto culminante en la historia redentora según la tradición cristiana. La narrativa destaca la sumisión de Jesús a la voluntad divina, su aceptación del sufrimiento y su disposición a enfrentar la traición y la crucifixión para cumplir con su misión redentora.


