1 Corintios 11: Autoridad, Comunión y Reverencia en la Cena del Señor
Pablo no esquiva temas difíciles. En este capítulo, aborda dos asuntos cruciales para la iglesia de Corinto—y para nosotros hoy—: el orden en la adoración y el significado profundo de la Santa Cena. Aquí no hay rodeos: habla de autoridad espiritual, unidad y reverencia, mostrando cómo cada detalle apunta a Cristo.
El Significado del Velo y el Orden Divino
El pasaje comienza con una declaración radical: “Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo” (v. 1). Pablo no busca glorificarse; señala que toda autoridad humana (como la del hombre en el matrimonio, v. 3) debe reflejar la sumisión de Cristo al Padre.
Luego, aborda un tema culturalmente relevante para Corinto: el velo de las mujeres. En esa sociedad, descubrirse la cabeza era símbolo de rebeldía o libertinaje. Pablo explica que la mujer “es gloria del varón” (v. 7)—no como inferioridad, sino como distinción en el diseño de Dios (vv. 8-9). El velo, entonces, era una “señal de autoridad” (v. 10), un recordatorio visible del orden creado por Dios.
Pero Pablo equilibra la enseñanza: “En el Señor, ni el varón es sin la mujer, ni la mujer sin el varón” (v. 11). Ambos son iguales en valor, pero con roles distintos. Hoy, el principio sigue vigente: la adoración debe hacerse con decoro y respeto a la cultura bíblica, sin imponer legalismos (v. 16).
La Santa Cena: Unidad, Examinación y Juicio
La segunda parte del capítulo es un fuerte correctivo. Los corintios habían convertido la Cena del Señor en un banquete divisivo (vv. 20-21): unos llegaban ebrios, otros pasaban hambre. Pablo les recuerda el origen sagrado de esta práctica (vv. 23-25) y les advierte: “El que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe” (v. 29).
¿Qué significa “discernir el cuerpo”?
- Reconocer el sacrificio de Cristo (su cuerpo partido y sangre derramada).
- Valorar la unidad de la iglesia (el “cuerpo” de creyentes, dañado por sus divisiones).
La consecuencia de no examinarse era grave: enfermedades y muertes (v. 30). No es que Dios castigue caprichosamente, sino que la irreverencia trae consecuencias (v. 32). La solución es clara: “Esperaos unos a otros” (v. 33). La Cena no es un ritual individual, sino un acto comunitario de gratitud y memoria.
Aplicación para Hoy: ¿Ritual o Relación?
Este capítulo nos confronta con preguntas incómodas:
- Sobre autoridad: ¿Vivimos sumisión a Cristo en nuestros roles, sin resentimientos ni abusos?
- Sobre la Cena: ¿La tomamos como un hábito religioso o con temor santo, recordando su costo?
- Sobre la iglesia: ¿Fomentamos unidad o permitimos divisiones por egoísmos?
Pablo no habla de tradiciones muertas, sino de símbolos vivos que apuntan a Jesús. El velo (hoy, quizás, un corazón sumiso) y la Cena (celebración de gracia) deben llevarnos a una fe más profunda, más unida y más reverente.
Texto integro del Libro de la biblia Corintios 1 capítulo: 11
1 Corintios 11
1Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo.
Atavío de las mujeres
2Os alabo, hermanos, porque en todo os acordáis de mí, y retenéis las instrucciones tal como os las entregué.
3Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo.
4Todo varón que ora o profetiza con la cabeza cubierta, afrenta su cabeza.
5Pero toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta, afrenta su cabeza; porque lo mismo es que si se hubiese rapado.
6Porque si la mujer no se cubre, que se corte también el cabello; y si le es vergonzoso a la mujer cortarse el cabello o raparse, que se cubra.
7Porque el varón no debe cubrirse la cabeza, pues él es imagen y gloria de Dios; pero la mujer es gloria del varón.
8Porque el varón no procede de la mujer, sino la mujer del varón,
9y tampoco el varón fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón.
10Por lo cual la mujer debe tener señal de autoridad sobre su cabeza, por causa de los ángeles.
11Pero en el Señor, ni el varón es sin la mujer, ni la mujer sin el varón;
12porque así como la mujer procede del varón, también el varón nace de la mujer; pero todo procede de Dios.
13Juzgad vosotros mismos: ¿Es propio que la mujer ore a Dios sin cubrirse la cabeza?
14La naturaleza misma ¿no os enseña que al varón le es deshonroso dejarse crecer el cabello?
15Por el contrario, a la mujer dejarse crecer el cabello le es honroso; porque en lugar de velo le es dado el cabello.
16Con todo eso, si alguno quiere ser contencioso, nosotros no tenemos tal costumbre, ni las iglesias de Dios.
Abusos en la Cena del Señor
17Pero al anunciaros esto que sigue, no os alabo; porque no os congregáis para lo mejor, sino para lo peor.
18Pues en primer lugar, cuando os reunís como iglesia, oigo que hay entre vosotros divisiones; y en parte lo creo.
19Porque es preciso que entre vosotros haya disensiones, para que se hagan manifiestos entre vosotros los que son aprobados.
20Cuando, pues, os reunís vosotros, esto no es comer la cena del Señor.
21Porque al comer, cada uno se adelanta a tomar su propia cena; y uno tiene hambre, y otro se embriaga.
22Pues qué, ¿no tenéis casas en que comáis y bebáis? ¿O menospreciáis la iglesia de Dios, y avergonzáis a los que no tienen nada? ¿Qué os diré? ¿Os alabaré? En esto no os alabo.
Institución de la Cena del Señor
23Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan;
24y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí.
25Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí.
26Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga.
Tomando la Cena del Señor indignamente
27De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor.
28Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa.
29Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí.
30Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen.
31Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados;
32mas siendo juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo.
33Así que, hermanos míos, cuando os reunís a comer, esperaos unos a otros.
34Si alguno tuviere hambre, coma en su casa, para que no os reunáis para juicio. Las demás cosas las pondré en orden cuando yo fuere.
Resumen del capítulo 11 del libro de Corintios 1
El capítulo 11 de la Primera Epístola a los Corintios es un pasaje que aborda la conducta apropiada durante la adoración, específicamente en relación con el uso del velo, la Cena del Señor y la actitud correcta hacia estos aspectos. Este capítulo es rico en instrucciones prácticas y principios éticos que el apóstol Pablo presenta a la comunidad cristiana en Corinto.
El capítulo comienza con Pablo elogiando a los corintios por seguir las tradiciones que él les entregó, pero inmediatamente aborda un asunto delicado relacionado con el orden y la decoro durante la adoración. Pablo sostiene la autoridad de Cristo sobre el hombre y la autoridad del hombre sobre la mujer, estableciendo una estructura de roles y jerarquías en el contexto de la adoración.
En particular, Pablo aborda la cuestión del velo o cubierta que las mujeres debían usar durante la oración y la profecía. Argumenta que una mujer debe cubrirse la cabeza como señal de respeto y sumisión al orden divino. Esta enseñanza refleja las costumbres culturales y religiosas de la época, pero también comunica principios más profundos sobre la importancia de la modestia y el respeto durante la adoración.
Pablo pasa a tratar otro tema crucial: la Cena del Señor. Describe la institución de la Cena por parte de Jesús en la última cena antes de su crucifixión y resurrección. Pablo destaca la solemnidad y la seriedad de este acto, señalando que aquellos que participan indignamente comen y beben juicio sobre sí mismos. Exhorta a los creyentes a examinarse a sí mismos antes de participar en la Cena para evitar el juicio divino.
El apóstol también destaca la importancia de la unidad y la igualdad en la comunidad cristiana durante la Cena del Señor. Critica la división y el desorden que se estaban produciendo durante estas celebraciones en Corinto. Pablo subraya que la Cena del Señor es una expresión de comunión y recordatorio del sacrificio de Cristo, y no debe convertirse en una ocasión para la discordia y la discriminación.
El capítulo continúa abordando la corrección divina y las consecuencias de los abusos durante la Cena del Señor. Pablo advierte sobre la enfermedad y la muerte que algunos en Corinto han experimentado como resultado de participar indignamente en esta celebración. Este llamado a la reflexión y la corrección es una muestra de la seriedad con la que Pablo aborda las prácticas dentro de la iglesia y la importancia de honrar adecuadamente la Cena del Señor.
En la conclusión del capítulo 11, Pablo resume su enseñanza sobre la Cena del Señor y la conducta apropiada durante la adoración. Destaca la necesidad de esperarse mutuamente y de discernir el cuerpo de Cristo durante la celebración de la Cena. Expresa su deseo de abordar otros asuntos cuando visite a los corintios en persona.
En resumen, 1 Corintios 11 aborda la conducta apropiada durante la adoración, centrándose en el uso del velo por parte de las mujeres y la observancia de la Cena del Señor. Pablo destaca la importancia de la sumisión y el respeto, así como la seriedad y la reverencia al participar en la Cena del Señor. Además, ofrece advertencias sobre las consecuencias de participar indignamente en esta celebración. Este capítulo proporciona principios valiosos sobre la adoración y la comunión en la iglesia, enfatizando la necesidad de orden, respeto y unidad en la adoración a Dios.