Texto integro del Libro de la biblia Zacarías capítulo: 2
Zacarías 2
Llamamiento a los cautivos
1Alcé después mis ojos y miré, y he aquí un varón que tenía en su mano un cordel de medir.
2Y le dije: ¿A dónde vas? Y él me respondió: A medir a Jerusalén, para ver cuánta es su anchura, y cuánta su longitud.
3Y he aquí, salía aquel ángel que hablaba conmigo, y otro ángel le salió al encuentro,
4y le dijo: Corre, habla a este joven, diciendo: Sin muros será habitada Jerusalén, a causa de la multitud de hombres y de ganado en medio de ella.
5Yo seré para ella, dice Jehová, muro de fuego en derredor, y para gloria estaré en medio de ella.
6Eh, eh, huid de la tierra del norte, dice Jehová, pues por los cuatro vientos de los cielos os esparcí, dice Jehová.
7Oh Sion, la que moras con la hija de Babilonia, escápate.
8Porque así ha dicho Jehová de los ejércitos: Tras la gloria me enviará él a las naciones que os despojaron; porque el que os toca, toca a la niña de su ojo.
9Porque he aquí yo alzo mi mano sobre ellos, y serán despojo a sus siervos, y sabréis que Jehová de los ejércitos me envió.
10Canta y alégrate, hija de Sion; porque he aquí vengo, y moraré en medio de ti, ha dicho Jehová.
11Y se unirán muchas naciones a Jehová en aquel día, y me serán por pueblo, y moraré en medio de ti; y entonces conocerás que Jehová de los ejércitos me ha enviado a ti.
12Y Jehová poseerá a Judá su heredad en la tierra santa, y escogerá aún a Jerusalén.
13Calle toda carne delante de Jehová; porque él se ha levantado de su santa morada.
Resumen del capítulo 2 del libro de Zacarías
El capítulo 2 del libro de Zacarías en la Biblia es una continuación del mensaje profético que se inicia en el capítulo 1. Este libro, situado en el Antiguo Testamento, es parte de los doce libros menores de los profetas y fue escrito en un contexto postexílico alrededor del 520 a.C. El capítulo 2 presenta una visión que amplía las promesas de restauración y bendición para Jerusalén y el pueblo de Dios.
El capítulo comienza con una visión de un hombre con una cuerda de medir, que se dispone a medir Jerusalén. Este acto simboliza la planificación y la protección divina sobre la ciudad. La idea de medir implica un cuidado específico y una atención detallada por parte de Dios hacia su pueblo. La promesa es clara: a pesar de las aflicciones y desafíos, Dios tiene un plan para Jerusalén y está comprometido a preservarla.
Sin embargo, la visión da un giro significativo cuando otro mensajero divino interviene y declara que Jerusalén será una ciudad sin murallas debido a la multitud de personas y ganado que la llenarán. Este cambio simboliza una nueva realidad en la que la seguridad no dependerá de murallas físicas, sino de la presencia abundante de Dios en medio de su pueblo. La ciudad será habitada y protegida por la presencia divina, y la comunidad será próspera y fructífera.
La promesa de expansión y prosperidad se extiende más allá de las fronteras geográficas de Jerusalén. La visión aborda a los exiliados que aún se encuentran en otras tierras, instándoles a regresar a Sion. Dios les promete que Él mismo será un muro de fuego alrededor de la ciudad y que su gloria estará en medio de ellos. Esta imagen poderosa refleja la idea de la presencia divina como protección y seguridad.
El capítulo 2 también destaca la relación íntima entre Dios y su pueblo. Se presenta la imagen de Dios redimiendo a su heredad santa y eligiendo a Jerusalén como su morada. Este acto de redención se describe como la recuperación de una posesión preciosa y amada, lo que refleja el amor inquebrantable de Dios por su pueblo.
Además, el capítulo enfatiza la necesidad de pureza y separación del mal. Se insta a los habitantes de Sion a escapar de Babilonia, símbolo del pecado y la esclavitud. La llamada es a una vida santa y separada, lejos de la contaminación de la idolatría y la maldad. Este llamado a la santidad es una condición para experimentar plenamente las bendiciones y la presencia divina.
La visión concluye con una imagen poderosa de Dios habitando en medio de su pueblo. Este versículo establece una conexión con el tabernáculo en el desierto y el templo en Jerusalén, lugares donde la presencia de Dios residía de manera especial. Ahora, la promesa es que la presencia divina estará en medio del pueblo, no limitada a un edificio, sino extendiéndose a la comunidad en su totalidad.
En resumen, el capítulo 2 de Zacarías presenta una visión de esperanza, restauración y bendición para el pueblo de Dios. La imagen de Jerusalén sin murallas, pero protegida por la presencia divina, simboliza la seguridad y la prosperidad que provienen de la cercanía con Dios. La llamada a la pureza y separación del mal resalta la importancia de una vida santa en la relación con Dios. En última instancia, el capítulo establece la base para las promesas mesiánicas y escatológicas que se desarrollarán en capítulos posteriores de la obra, consolidando el mensaje de que la presencia de Dios es la clave para la verdadera bendición y restauración.