2 Samuel 1: El Lamento de David: Duelo por un Rey y Amistad Eterna
La Noticia que Cambió Todo
El capítulo comienza con una escena cargada de dramatismo. Dos días después de regresar de vencer a los amalecitas (versículo 1), David recibe la noticia que marcaría un antes y después en su vida. Un joven amalecita llega con señales evidentes de duelo -ropas rasgadas y tierra sobre su cabeza (versículo 2)- pero con un corazón lleno de ambición.
La descripción es vívida: el mensajero relata cómo encontró a Saúl “recostado sobre su lanza” en el monte Gilboa (versículo 6), gravemente herido y pidiendo la muerte (versículo 9). Con frialdad calculadora, el amalecita afirma haber dado el golpe final y trae como prueba la corona y el brazalete del rey (versículo 10).
La Reacción que Sorprende: Duelo por el Enemigo
La respuesta de David es profundamente conmovedora:
- Rompe sus vestiduras (versículo 11) – señal de dolor auténtico
- Llora y ayuna hasta el atardecer (versículo 12) – no solo por Jonatán, sino por Saúl
- Ejecuta al mensajero (versículos 14-16) – por profanar al ungido de Dios
Este último acto revela el corazón de David: aunque Saúl lo había perseguido por años, nunca perdió el respeto por la unción divina sobre él. “¿Cómo no tuviste temor de extender tu mano para matar al ungido de Jehová?” (versículo 14) es una pregunta que resuena a través de los siglos.
El Canto del Alma Rota: La Endecha de David
Los versículos 17-27 contienen uno de los poemas más bellos y dolorosos de la Escritura. David no escribe propaganda política celebrando su ascenso al trono, sino un lamento desgarrador:
Por Saúl:
“¡Perecido ha la gloria de Israel!” (versículo 19)
“Ni rocío ni lluvia caiga sobre vosotros [montes de Gilboa]” (versículo 21) – maldiciendo simbólicamente el lugar de la derrota
“Hijas de Israel, llorad sobre Saúl” (versículo 24) – reconociendo sus logros pasados
Por Jonatán:
“Angustia tengo por ti, hermano mío Jonatán” (versículo 26)
“Me fuiste muy dulce: más maravilloso me fue tu amor que el amor de las mujeres” (versículo 26) – mostrando una amistad que trascendía lo común
Tres Lecciones Atemporales
- El valor de honrar a quienes Dios ha ungido, incluso cuando fallan
- La autenticidad en el duelo – David no oculta su dolor por conveniencia política
- La amistad verdadera deja huella eterna – el elogio a Jonatán perdura milenios después
Reflexión Final
En un mundo donde muchos celebran la caída de sus rivales, David nos enseña a llorar incluso por quienes nos hicieron daño. Su lamento desafía nuestras actitudes: ¿Cómo reaccionamos ante el fracaso ajeno? ¿Guardamos respeto por las relaciones que Dios ha establecido?
Este pasaje no es solo historia antigua; es un espejo para nuestro carácter. Si este mensaje te ha conmovido, compártelo – el mundo necesita ejemplos de integridad como el de David.
Texto integro del Libro de 2 Samuel capítulo: 1
2 Samuel capítulo 1
Capítulo 1
Y ACONTECIÓ después de la muerte de Saúl, que vuelto David de la derrota de los Amalecitas, estuvo dos días en Siclag:
2 Y al tercer día acaeció, que vino uno del campo de Saúl, rotos sus vestidos, y tierra sobre su cabeza: y llegando á David, postróse en tierra, é hizo reverencia.
3 Y preguntóle David: ¿De dónde vienes? Y él respondió: Heme escapado del campo de Israel.
4 Y David le dijo: ¿Qué ha acontecido? ruégote que me lo digas. Y él respondió: El pueblo huyó de la batalla, y también muchos del pueblo cayeron y son muertos: también Saúl y Jonathán su hijo murieron.
5 Y dijo David á aquel mancebo que le daba las nuevas: ¿Cómo sabes que Saúl es muerto, y Jonathán su hijo?
6 Y el mancebo que le daba las nuevas respondió: Casualmente vine al monte de Gilboa, y hallé á Saúl que estaba recostado sobre su lanza, y venían tras él carros y gente de á caballo.
7 Y como él miró atrás, vióme y llamóme; y yo dije: Heme aquí.
8 Y él me dijo: ¿Quién eres tú? Y yo le respondí: Soy Amalecita.
9 Y él me volvió á decir: Yo te ruego que te pongas sobre mí, y me mates, porque me toman angustias, y toda mi alma está aún en mí.
10 Yo entonces púseme sobre él, y matélo, porque sabía que no podía vivir después de su caída: y tomé la corona que tenía en su cabeza, y la ajorca que traía en su brazo, y helas traído acá á mi señor.
11 Entonces David trabando de sus vestidos, rompiólos; y lo mismo hicieron los hombres que estaban con él.
12 Y lloraron y lamentaron, y ayunaron hasta la tarde, por Saúl y por Jonathán su hijo, y por el pueblo de Jehová, y por la casa de Israel: porque habían caído á cuchillo.
13 Y David dijo á aquel mancebo que le había traído las nuevas: ¿De dónde eres tú? Y él respondió: Yo soy hijo de un extranjero, Amalecita.
14 Y díjole David: ¿Cómo no tuviste temor de extender tu mano para matar al ungido de Jehová?
15 Entonces llamó David uno de los mancebos, y díjole: Llega, y mátalo. Y él lo hirió, y murió.
16 Y David le dijo: Tu sangre sea sobre tu cabeza, pues que tu boca atestiguó contra ti, diciendo: Yo maté al ungido de Jehová.
17 Y endechó David á Saúl y á Jonathán su hijo con esta endecha.
18 (Dijo también que enseñasen al arco á los hijos de Judá. He aquí que está escrito en el libro del derecho:)
19 ¡Perecido ha la gloria de Israel sobre tus montañas! ¡Cómo han caído los valientes!
20 No lo denunciéis en Gath, No deis las nuevas en las plazas de Ascalón; Porque no se alegren las hijas de los Filisteos, Porque no salten de gozo las hijas de los incircuncisos.
21 Montes de Gilboa, Ni rocío ni lluvia caiga sobre vosotros, ni seáis tierras de ofrendas; Porque allí fué desechado el escudo de los valientes, El escudo de Saúl, como si no hubiera sido ungido con aceite.
22 Sin sangre de muertos, sin grosura de valientes, El arco de Jonathán nunca volvió, Ni la espada de Saúl se tornó vacía.
23 Saúl y Jonathán, amados y queridos en su vida, En su muerte tampoco fueron apartados: Más ligeros que águilas, Más fuertes que leones.
24 Hijas de Israel, llorad sobre Saúl, Que os vestía de escarlata en regocijos, Que adornaba vuestras ropas con ornamentos de oro.
25 ¡Cómo han caído los valientes en medio de la batalla! ¡Jonathán, muerto en tus alturas!
26 Angustia tengo por ti, hermano mío Jonathán, Que me fuiste muy dulce: Más maravilloso me fué tu amor, Que el amor de las mujeres.
27 ¡Cómo han caído los valientes, Y perecieron las armas de guerra!
Resumen del capítulo 1 del libro de 2 Samuel
El capítulo 1 del libro de 2 Samuel en la Biblia narra el relato de un amalecita que llega a David con noticias sobre la muerte de Saúl y su hijo Jonatán. Aquí tienes un resumen exhaustivo del capítulo 1:
El capítulo 1 comienza con un amalecita que llega al campamento de David en Siclag. El hombre se presenta como un sobreviviente de la batalla en la que murió Saúl y afirma que él mismo mató a Saúl, cumpliendo lo que Saúl le había pedido antes de morir.
El amalecita trae consigo la corona y el brazalete de Saúl como prueba de su afirmación. Él cree que David se alegrará al escuchar que su enemigo Saúl ha muerto y espera recibir una recompensa por llevarle la noticia.
Sin embargo, David, en lugar de regocijarse, se aflige profundamente por la noticia de la muerte de Saúl y Jonatán. Lamenta su pérdida y ordena que maten al amalecita por haberse jactado de haber matado al ungido del Señor, a pesar de que Saúl había sido su perseguidor.
David expresa un lamento profundo y sentido por la muerte de Saúl y Jonatán, y compone un poema llamado “El Canto del Arco” en su memoria. En el poema, David elogia las cualidades de Saúl y Jonatán y lamenta su trágico destino en la batalla.
El capítulo 1 de 2 Samuel establece la actitud de David hacia la muerte de Saúl y Jonatán, mostrando su profundo respeto y dolor por su enemigo y su amigo. David también muestra su respeto por el ungimiento de Saúl como rey de Israel y considera la muerte de Saúl como una pérdida para el pueblo de Israel.
En resumen, el capítulo 1 de 2 Samuel narra cómo un amalecita llega al campamento de David con noticias de la muerte de Saúl y Jonatán, y cómo David reacciona con profundo pesar, lamentando su pérdida y componiendo un poema en su memoria. Este capítulo establece el tono para el resto del libro y muestra la compleja relación entre David, Saúl y Jonatán.