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1 Samuel 19

1 Samuel 19: Cuando la lealtad se pone a prueba: La traición, el amor y la fuga de David

¿Alguna vez has tenido que correr para salvar tu vida? No solo físicamente, sino también emocional y espiritualmente. ¿Has sentido que aquellos en quienes más confiabas comenzaron a ver en ti una amenaza, sin razón alguna? Eso es exactamente lo que vivió David en 1 Samuel capítulo 19. Un hombre ungido por Dios, reconocido por su valentía, amado por el pueblo e incluso valorado por algunos miembros de la familia real, pero que ahora tenía que huir por orden del rey Saúl, quien había decidido matarlo.

Este capítulo no solo narra una historia de persecución, sino también de lealtad inquebrantable, de alianzas verdaderas y de cómo el amor familiar y espiritual puede superar los muros de la desconfianza y el poder humano.

Una orden de muerte

Todo comienza con una decisión alarmante. Saúl, dominado por celos, resentimiento y un espíritu malo que lo atormentaba, decide que David debe morir. En lugar de proteger a alguien que lo había servido fielmente, que había derrotado a Goliat y que había demostrado habilidades de liderazgo en múltiples ocasiones, da la orden de asesinato. Pero hay un problema: no todos estaban dispuestos a cumplirla.

Jonatán, su propio hijo, era uno de ellos. Su corazón seguía unido al de David como si fueran uno solo. Aquella amistad que había nacido en medio de victorias militares y canciones populares, ahora se pondría a prueba como nunca antes. Y Jonatán no falló. Decidió advertirle a David: “Mi padre procura matarte; por tanto mira ahora por ti hasta la mañana, y estáte en paraje oculto, y escóndete”. Luego le prometió hablar con Saúl para intentar disuadirlo.

Aquí vemos una verdad poderosa: a veces, las personas más cercanas a nosotros son las que mejor pueden ayudarnos cuando somos blanco de injusticias o ataques. Jonatán no solo actuó como amigo, sino como intercesor. Fue directo con su padre y defendió públicamente a David, recordándole sus buenas obras, su humildad y su fidelidad. Incluso le hizo jurar que no lo mataría, y por un momento, pareció haber paz.

David regresó, y todo volvió a la normalidad. Al menos por un tiempo.

Nuevas batallas y nuevas amenazas

David salió otra vez a la guerra, como líder del ejército israelita, y obtuvo nuevas victorias. Pero cada éxito parecía avivar el fuego de los celos de Saúl. Cuanto más brillaba David, más oscuro se volvía el corazón del rey. Hasta que un día, mientras David tocaba el arpa para calmar el espíritu atormentado de Saúl, el rey tomó su lanza y trató de clavarlo en la pared. Dos veces.

Esa fue la señal de que ya no podía quedarse. La corte real ya no era segura. El palacio se había convertido en una trampa mortífera. Así que esa misma noche, David huyó. Y no lo hizo solo. Tuvo ayuda inesperada… desde adentro mismo de la casa real.

Michâl: Una esposa que eligió el amor sobre la lealtad familiar

Michâl, hija de Saúl y esposa de David, descubrió el plan de su padre y decidió actuar. Le advirtió a David: “Si no salvares tu vida esta noche, mañana serás muerto.” Y lo ayudó a escapar por una ventana, usando una estrategia ingeniosa: colocó una estatua en su cama, cubierta con una sábana y acompañada de una almohada falsa, fingiendo que estaba enfermo.

Cuando los mensajeros de Saúl llegaron a su casa para arrestarlo, encontraron solo eso: una figura dormida en la cama. Pero pronto descubrieron la verdad. Y Saúl confrontó a Michâl: “¿Por qué me has así engañado, y has dejado escapar á mi enemigo?” Ella respondió que David la había amenazado con matarla si no lo dejaba ir.

No sabemos si eso fue cierto o simplemente una excusa inteligente. Lo que sí sabemos es que Michâl prefirió proteger a su esposo antes que obedecer a su padre. Ese tipo de decisiones no son fáciles. Implica renunciar a la comodidad, enfrentar conflictos familiares y tomar partido por lo correcto, aunque duela.

El refugio de un profeta

David no emprendió su huida solo. Corrió hacia donde sabía que encontraría protección y dirección espiritual: junto a Samuel, el profeta. Juntos se establecieron en Najoth en Rama, un lugar lleno de presencia divina, donde grupos de profetas se reunían para adorar y recibir revelaciones.

Pero Saúl no se detuvo. Siguió buscando a David, y envió mensajeros para capturarlo. Sin embargo, algo inesperado ocurrió: “El espíritu de Dios vino sobre los mensajeros de Saúl, y también profetizaron.” Saúl no entendía lo que pasaba. Pensaba que podría controlar la situación con autoridad humana, pero se enfrentaba a un campo espiritual que no podía manipular.

Finalmente, él mismo fue a buscar a David. Pero cuando llegó, también fue alcanzado por el Espíritu de Dios. Y empezó a profetizar. A desnudarse. A caer en trance espiritual. Y todo el pueblo dijo: “¿También Saúl entre los profetas?”

Era una ironía divina. El hombre que perseguía a los ungidos de Dios terminaba comportándose como uno de ellos. Era una señal de que nada ni nadie podía detener el plan celestial. Ni siquiera el rey.

¿Qué podemos aprender de este capítulo?

Primero, que a veces somos perseguidos no por hacer algo malo, sino precisamente por hacer lo correcto. David no cometió traición, ni ambicionó el trono, ni buscó arruinar a Saúl. Todo lo contrario. Fue fiel, prudente y humilde. Pero aún así fue atacado.

Segundo, que en nuestros momentos más oscuros, Dios siempre provee aliados. Jonatán y Michâl fueron instrumentos de protección en medio de una tormenta mortal. No subestimes a aquellos que, a pesar de estar cerca del peligro, están dispuestos a arriesgarse por ti.

Tercero, que cuando te acercas a lugares de unción, como lo fue el campamento de profetas en Najoth, activas una protección espiritual que ni siquiera tus enemigos pueden entender ni contrarrestar. Allí donde el Espíritu de Dios habita, las fuerzas oscuras retroceden.

Y finalmente, que no importa cuánto poder tengas, si no caminas con Dios, tarde o temprano serás superado por la voluntad divina. Saúl creía que podía controlar todo, pero terminó postrado, desnudo, profetizando contra su propia voluntad. Porque cuando Dios actúa, ni los reyes pueden resistirse.

Hoy, si tú estás atravesando una situación difícil, si sientes que eres víctima de injusticia o que tienes que huir de algo o alguien que quiere destruirte, recuerda a David. Recuerda que no estás solo. Que hay amigos que orarán por ti. Que hay lugares sagrados donde podrás encontrar refugio. Y sobre todo, que hay un Dios que sigue levantando profetas, movimientos espirituales y alianzas imposibles para proteger a los que han sido llamados según Su propósito.

Y si este mensaje te ha dado esperanza, no lo guardes solo para ti. Comparte esta historia con alguien que necesite saber que, aunque corras por tu vida, Dios sigue siendo contigo.

Texto integro del Libro de 1 Samuel capítulo: 19
1 Samuel capítulo 19

Capítulo 19

Y HABLÓ Saúl á Jonathán su hijo, y á todos sus criados, para que matasen á David; mas Jonathán hijo de Saúl amaba á David en gran manera.
2 Y dió aviso á David, diciendo: Saúl mi padre procura matarte; por tanto mira ahora por ti hasta la mañana, y estáte en paraje oculto, y escóndete:
3 Y yo saldré y estaré junto á mi padre en el campo donde estuvieres: y hablaré de ti á mi padre, y te haré saber lo que notare.
4 Y Jonathán habló bien de David á Saúl su padre, y díjole: No peque el rey contra su siervo David, pues que ninguna cosa ha cometido contra ti: antes sus obras te han sido muy buenas;
5 Porque él puso su alma en su palma, é hirió al Filisteo, y Jehová hizo una gran salud á todo Israel. Tú lo viste, y te holgaste: ¿por qué pues pecarás contra la sangre inocente, matando á David sin causa?
6 Y oyendo Saúl la voz de Jonathán, juró: Vive Jehová, que no morirá.
7 Llamando entonces Jonathán á David, declaróle todas estas palabras; y él mismo presentó á David á Saúl, y estuvo delante de él como antes.
8 Y tornó á hacerse guerra: y salió David y peleó contra los Filisteos, é hiriólos con grande estrago, y huyeron delante de él.
9 Y el espíritu malo de parte de Jehová fué sobre Saúl: y estando sentado en su casa tenía una lanza á mano, mientras David estaba tañendo con su mano.
10 Y Saúl procuró enclavar á David con la lanza en la pared; mas él se apartó de delante de Saúl, el cual hirió con la lanza en la pared; y David huyó, y escapóse aquella noche.
11 Saúl envió luego mensajeros á casa de David para que lo guardasen, y lo matasen á la mañana. Mas Michâl su mujer lo descubrió á David, diciendo: Si no salvares tu vida esta noche, mañana serás muerto.
12 Y descolgó Michâl á David por una ventana; y él se fué, y huyó, y escapóse.
13 Tomó luego Michâl una estatua, y púsola sobre la cama, y acomodóle por cabecera una almohada de pelos de cabra, y cubrióla con una ropa.
14 Y cuando Saúl envió mensajeros que tomasen á David, ella respondió: Está enfermo.
15 Y tornó Saúl á enviar mensajeros para que viesen á David, diciendo: Traédmelo en la cama para que lo mate.
16 Y como los mensajeros entraron, he aquí la estatua estaba en la cama, y una almohada de pelos de cabra por cabecera.
17 Entonces Saúl dijo á Michâl: ¿Por qué me has así engañado, y has dejado escapar á mi enemigo? Y Michâl respondió á Saúl: Porque él me dijo: Déjame ir; si no, yo te mataré.
18 Huyó pues David, y escapóse, y vino á Samuel en Rama, y díjole todo lo que Saúl había hecho con él. Y fuéronse él y Samuel, y moraron en Najoth.
19 Y fué dado aviso á Saúl, diciendo: He aquí que David está en Najoth en Rama.
20 Y envió Saúl mensajeros que trajesen á David, los cuales vieron una compañía de profetas que profetizaban, y á Samuel que estaba allí, y los presidía. Y fué el espíritu de Dios sobre los mensajeros de Saúl, y ellos también profetizaron.
21 Y hecho que fué saber á Saúl, él envió otros mensajeros, los cuales también profetizaron. Y Saúl volvió á enviar por tercera vez mensajeros, y ellos también profetizaron.
22 Entonces él mismo vino á Rama; y llegando al pozo grande que está en Sochô, preguntó diciendo: ¿Dónde están Samuel y David? Y fuéle respondido: He aquí están en Najoth en Rama.
23 Y fué allá á Najoth en Rama; y también vino sobre él el espíritu de Dios, é iba profetizando, hasta que llegó á Najoth en Rama.
24 Y él también se desnudó sus vestidos, y profetizó igualmente delante de Samuel, y cayó desnudo todo aquel día y toda aquella noche. De aquí se dijo: ¿También Saúl entre los profetas?

Resumen del capítulo 19 del libro de 1 Samuel

El capítulo 19 del libro de 1 Samuel en la Biblia narra la continuación de la hostilidad de Saúl hacia David y los esfuerzos de Jonatán y Mical para proteger a David de la ira de su padre. Aquí tienes un resumen exhaustivo del capítulo 19:

El capítulo 19 comienza con Saúl hablando con su hijo Jonatán y con sus siervos acerca de su deseo de matar a David. Jonatán, quien es amigo de David, le advierte sobre el plan de su padre y le dice que se esconda para salvar su vida. Jonatán también defiende a David ante Saúl, destacando las contribuciones y la lealtad de David al reino.

Mical, la hija de Saúl y esposa de David, también ayuda a David a escapar de su casa. Ella coloca un ídolo en la cama de David y lo cubre con una túnica, haciéndolo parecer enfermo. Cuando los hombres enviados por Saúl llegan para arrestar a David, Mical les dice que está enfermo y que no puede moverse.

Saúl no se satisface con esta respuesta y ordena a Mical que entregue a David, pero ella le miente, diciendo que David la amenazó con la muerte si lo entregaba. Saúl finalmente se da por vencido y David escapa de su persecución.

David se encuentra con Jonatán y le informa sobre la situación. Jonatán le asegura a David que su padre Saúl no lo matará y que seguirán siendo amigos y harán un pacto. Jonatán también aconseja a David que permanezca oculto durante un tiempo hasta que la ira de Saúl se calme.

El capítulo 19 destaca la lealtad de Jonatán hacia David y cómo está dispuesto a desobedecer a su propio padre, el rey, para proteger a su amigo. También muestra cómo Mical ayuda a David a escapar de la casa de Saúl y cómo ambos están dispuestos a engañar para salvar la vida de David.

En resumen, el capítulo 19 de 1 Samuel narra la continua hostilidad de Saúl hacia David y los esfuerzos de Jonatán y Mical para proteger a David de la ira de su padre. La historia subraya la lealtad y amistad entre Jonatán y David, así como la disposición de Mical a mentir para salvar a David. También anticipa futuros conflictos entre Saúl y David.

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