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1 Reyes 17

1 Reyes 17: La historia de Elías y la viuda de Sarepta: Fe, milagro y restauración

Cuando leemos 1 Reyes capítulo 17, nos encontramos con una de las narrativas más impactantes de los libros proféticos de la Biblia. Este pasaje marca el inicio de la intervención poderosa de Dios en un tiempo oscuro de apostasía y desobediencia nacional, a través del profeta Elías. Su nombre aparece súbitamente, como un rayo que rompe el cielo: “Entonces Elías tisbita, que era de los moradores de Galaad, dijo a Acab: Vive Jehová Dios de Israel, delante del cual estoy, que no habrá lluvia ni rocío en estos años, sino por mi palabra”.

Con estas palabras, Elías se presenta ante uno de los reyes más impíos de Israel, Acab, hijo de Omri, quien junto con su esposa Jezabel, había llevado al pueblo a la idolatría total. Pero Dios no calla. Y escoge a un hombre fiel, aunque anónimo hasta ese momento, para declarar públicamente su soberanía.

El refugio en el arroyo de Cherith: Alimentado por cuervos

Tras anunciar el juicio divino sobre la tierra —la sequía—, Elías recibe instrucciones directas del Señor: debe esconderse en el arroyo de Cherith, al oriente del Jordán. Allí, Dios proveerá de manera sobrenatural: los cuervos lo alimentarán, y él beberá del arroyo. Esta provisión inesperada no solo sustenta físicamente al profeta, sino que también demuestra que incluso en los lugares más inhóspitos, Dios puede mantener a quienes siguen su voz.

“Y los cuervos le traían pan y carne por la mañana, y pan y carne por la tarde; y bebía del arroyo”. ¿Qué mejor símbolo de fidelidad divina que un animal considerado impuro encargado de llevar alimento al siervo de Dios? Nada está fuera del alcance de su propósito.

Pero este lugar de refugio no sería permanente. Con el paso de los días, el arroyo se seca. Es entonces cuando Dios llama a Elías nuevamente, esta vez hacia un destino que parecería improbable: Sarepta, una ciudad en territorio fenicio, habitada por paganos, pero donde una viuda espera ser parte de un milagro aún mayor.

En Sarepta: La viuda, la harina y el aceite que no se acabaron

Al llegar a Sarepta, Elías encuentra a una mujer viuda recolectando leña para preparar su última comida antes de morir de hambre con su hijo. Su situación es desesperada: apenas tiene un puñado de harina y un poco de aceite. Pero Dios no la ha olvidado.

Elías le pide que le dé primero algo de comer, prometiendo que “la tinaja de la harina no escaseará, ni se disminuirá la botija del aceite, hasta aquel día que Jehová dará lluvia sobre la haz de la tierra”. Esta exigencia entra en conflicto con la lógica humana: ¿cómo dar el último bocado a un desconocido cuando tu hijo y tú están al borde del colapso?

Pero ella obedece. Y ocurre el milagro: “La tinaja de la harina no escaseó, ni menguó la botija del aceite, conforme a la palabra de Jehová que había dicho por Elías”. Durante muchos días, la casa de la viuda fue sostenida por el poder creador de Dios. Un recordatorio claro de que Él no solo interviene en grandes eventos nacionales, sino también en las cocinas, despensas y necesidades cotidianas de sus hijos.

El hijo enfermo: Una prueba de fe y resurrección

Pero la historia no termina aquí. Después de haber experimentado la provisión constante de Dios, llega otra prueba: el hijo de la viuda enferma gravemente. Tanto que “no quedó en él resuello”. La madre, abatida, pregunta angustiada: “¿Qué tengo yo contigo, varón de Dios? ¿has venido á mí para traer en memoria mis iniquidades, y para hacerme morir mi hijo?”

Elías, compadecido, toma al niño y lo lleva a la habitación donde se hospedaba. Clama a Jehová con intensidad: “Jehová Dios mío, ruégote que vuelva el alma de este niño a sus entrañas”. Entonces, Dios responde. El alma del niño vuelve. Elías baja con él en brazos y se lo entrega a su madre diciendo: “Mira, tu hijo vive”.

Esta restauración no solo devuelve la vida al muchacho, sino que confirma la autoridad del profeta y la veracidad de la palabra de Dios. La viuda, conmovida, declara: “Ahora conozco que tú eres varón de Dios, y que la palabra de Jehová es verdad en tu boca”.

Reflexión final: Lecciones del capítulo 17 de 1 Reyes

Este capítulo, lleno de contrastes, nos enseña varias verdades profundas:

  • Dios provee incluso en el desierto: Como lo hizo con Elías en el arroyo de Cherith, Él nunca deja solos a los que lo buscan.
  • La obediencia trae bendición: La viuda decidió confiar y dio lo poco que tenía, lo cual se convirtió en abundancia.
  • La muerte no es el final para Dios: Aunque todo parecía perdido, la vida regresó por obra del Señor.
  • Dios actúa en contextos improbables: Ni Sarepta ni la viuda tenían conexión histórica con el pueblo elegido, pero eso no importó para que recibieran gracia y sanidad.

Si deseas entender cómo la fe y la obediencia pueden abrir las puertas a lo sobrenatural, o simplemente buscas un mensaje de esperanza en momentos de escasez, este relato te invita a creer que nada es imposible para Jehová.

¿Te gustaría compartir este artículo con alguien que esté buscando fortalecer su fe en medio de la incertidumbre económica, familiar o espiritual? No dudes en hacerlo.

Texto integro del Libro de 1 Reyes capítulo: 17
1 Reyes capítulo 17

Capítulo 17

ENTONCES Elías Thisbita, que era de los moradores de Galaad, dijo á Achâb: Vive Jehová Dios de Israel, delante del cual estoy, que no habrá lluvia ni rocío en estos años, sino por mi palabra.
2 Y fué á él palabra de Jehová, diciendo:
3 Apártate de aquí, y vuélvete al oriente, y escóndete en el arroyo de Cherith, que está delante del Jordán;
4 Y beberás del arroyo; y yo he mandado á los cuervos que te den allí de comer.
5 Y él fué, é hizo conforme á la palabra de Jehová; pues se fué y asentó junto al arroyo de Cherith, que está antes del Jordán.
6 Y los cuervos le traían pan y carne por la mañana, y pan y carne á la tarde; y bebía del arroyo.
7 Pasados algunos días, secóse el arroyo; porque no había llovido sobre la tierra.
8 Y fué á él palabra de Jehová, diciendo:
9 Levántate, vete á Sarepta de Sidón, y allí morarás: he aquí yo he mandado allí á una mujer viuda que te sustente.
10 Entonces él se levantó, y se fué á Sarepta. Y como llegó á la puerta de la ciudad, he aquí una mujer viuda que estaba allí cogiendo serojas; y él la llamó, y díjole: Ruégote que me traigas una poca de agua en un vaso, para que beba.
11 Y yendo ella para traérsela, él la volvió á llamar, y díjole: Ruégote que me traigas también un bocado de pan en tu mano.
12 Y ella respondió: Vive Jehová Dios tuyo, que no tengo pan cocido; que solamente un puñado de harina tengo en la tinaja, y un poco de aceite en una botija: y ahora cogía dos serojas, para entrarme y aderezarlo para mí y para mi hijo, y que lo comamos, y nos muramos.
13 Y Elías le dijo: No hayas temor; ve, haz como has dicho: empero hazme á mí primero de ello una pequeña torta cocida debajo de la ceniza, y tráemela; y después harás para ti y para tu hijo.
14 Porque Jehová Dios de Israel ha dicho así: La tinaja de la harina no escaseará, ni se disminuirá la botija del aceite, hasta aquel día que Jehová dará lluvia sobre la haz de la tierra.
15 Entonces ella fué, é hizo como le dijo Elías; y comió él, y ella y su casa, muchos días.
16 Y la tinaja de la harina no escaseó, ni menguó la botija del aceite, conforme á la palabra de Jehová que había dicho por Elías.
17 Después de estas cosas aconteció que cayó enfermo el hijo del ama de la casa, y la enfermedad fué tan grave, que no quedó en él resuello.
18 Y ella dijo á Elías: ¿Qué tengo yo contigo, varón de Dios? ¿has venido á mí para traer en memoria mis iniquidades, y para hacerme morir mi hijo?
19 Y él le dijo: Dame acá tu hijo. Entonces él lo tomó de su regazo, y llevólo á la cámara donde él estaba, y púsole sobre su cama;
20 Y clamando á Jehová, dijo: Jehová Dios mío, ¿aun á la viuda en cuya casa yo estoy hospedado has afligido, matándole su hijo?
21 Y midióse sobre el niño tres veces, y clamó á Jehová, y dijo: Jehová Dios mío, ruégote que vuelva el alma de este niño á sus entrañas.
22 Y Jehová oyó la voz de Elías, y el alma del niño volvió á sus entrañas, y revivió.
23 Tomando luego Elías al niño, trájolo de la cámara á la casa, y diólo á su madre, y díjole Elías: Mira, tu hijo vive.
24 Entonces la mujer dijo á Elías: Ahora conozco que tú eres varón de Dios, y que la palabra de Jehová es verdad en tu boca.

Resumen del capítulo 17 del libro de 1 Reyes

El Libro de 1 Reyes, capítulo 17, presenta una historia importante que involucra al profeta Elías durante un período de sequía en Israel. A continuación, se presenta un resumen exhaustivo del capítulo 17:

  1. Elías predice la sequía: El capítulo comienza con Elías, un profeta de Dios, prediciendo a Acab, el rey de Israel, que habrá una sequía en la tierra debido a la apostasía y la adoración de ídolos. Esta sequía se presenta como un juicio divino sobre la nación por su desobediencia.
  2. Elías es alimentado por los cuervos: Después de su profecía, Dios le ordena a Elías que se esconda junto a un arroyo llamado Querit, al este del río Jordán. Allí, Elías es alimentado por los cuervos, que le traen pan y carne todas las mañanas y tardes. Esta provisión milagrosa le permite sobrevivir durante la sequía.
  3. Elías y la viuda de Sarepta: Cuando el arroyo Querit se seca debido a la sequía, Dios le ordena a Elías que se dirija a Sarepta, una ciudad fenicia, donde encontrará a una viuda que le proporcionará comida. Cuando Elías llega a Sarepta, encuentra a la viuda recogiendo leña y le pide agua y pan. La viuda le explica que apenas tiene suficiente harina y aceite para hacer una última comida para ella y su hijo antes de morir de hambre.
  4. El milagro de la harina y el aceite: A pesar de la situación desesperada, Elías le pide a la viuda que haga pan para él primero y luego para ella y su hijo. Le asegura que la harina y el aceite no se agotarán hasta que la sequía termine. La viuda obedece y experimenta un milagro continuo, ya que la harina y el aceite nunca se agotan durante toda la sequía.
  5. La resurrección del hijo de la viuda: Tiempo después, el hijo de la viuda se enferma gravemente y muere. La viuda se lamenta y culpa a Elías por su desgracia. Elías toma al niño, lo lleva a su habitación y clama a Dios para que restaure su vida. El Señor responde la oración de Elías, y el niño revive, lo que lleva a la viuda a reconocer a Elías como un hombre de Dios.

El capítulo 17 de 1 Reyes destaca la obediencia de Elías a la dirección divina y los milagros que ocurren a su alrededor, incluyendo la provisión milagrosa de alimento y la resurrección del hijo de la viuda. Estos eventos ilustran la fidelidad de Dios hacia aquellos que confían en Él en medio de circunstancias difíciles y refuerzan la autoridad y el poder del profeta Elías como mensajero de Dios.

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