1 Reyes 10: El encuentro entre la reina de Saba y Salomón: sabiduría, gloria y un legado que trasciende
¿Alguna vez has escuchado una historia tan impactante que haya cambiado tu forma de ver el mundo? Hoy quiero llevarte a uno de los momentos más asombrosos en la vida del rey Salomón: su encuentro con la reina de Saba. Este relato, lleno de misterio, riqueza y sabiduría, no solo describe un evento histórico, sino también una experiencia espiritual que nos sigue hablando hoy.
Una reina decidida a probar al rey más sabio
Todo comienza cuando la reina de Saba oye hablar del famoso rey Salomón. Su nombre ha corrido como fuego por Oriente Medio: se dice que posee una sabiduría sin igual, una riqueza inmensa y un templo dedicado al Dios único. Pero ella no se queda solo con las historias. Decide comprobar por sí misma si todo lo que han contado sobre él es cierto. Y así, emprende un viaje épico desde su tierra, cargada con camellos, especias aromáticas, oro en grandes cantidades y piedras preciosas.
Imagina el impacto visual de su llegada a Jerusalén. No es solo una embajada diplomática cualquiera, es un desfile de poder y respeto. Ella viene no para conquistar, sino para aprender; no para imponer, sino para ser juzgada por la sabiduría divina. Al llegar ante Salomón, le plantea preguntas complejas, acertijos profundos, cuestionamientos que solo alguien con acceso a la verdad última podría responder.
Y ahí está Salomón, hijo de David, ungido por Jehová, que había pedido sabiduría en Gabaón y ahora era conocido por toda la tierra. ¿Qué hace? Escucha atentamente, reflexiona y responde cada pregunta con precisión. Nada se le oculta. Cada detalle, cada palabra, cada sutileza es abordada con tal maestría que la reina queda impresionada, casi abrumada. Ni siquiera la mitad de lo que había oído comparado con lo que sus ojos ven y sus oídos oyen.
Más que lujo: un testimonio de la presencia de Dios
Pero no solo es la sabiduría lo que impacta a la reina. Ella observa todo cuanto rodea a Salomón: la casa que ha edificado, el orden de su mesa, la jerarquía de sus siervos, la dignidad de sus vestimentas, la organización de los rituales religiosos. Especialmente llama su atención cómo el rey cumple con su deber espiritual, ofreciendo holocaustos en la casa de Jehová. Allí, en medio del Templo, donde la presencia de Dios moraba, se revela el fundamento de tanta grandeza: no es únicamente inteligencia humana, sino que detrás de todo hay un pacto, una promesa, una relación personal y nacional con el Altísimo.
Ella no puede contener su admiración. Declara que bienaventurados son aquellos que día a día están en presencia de ese hombre lleno de sabiduría, sentado en el trono de Israel, encargado de administrar justicia y derecho. Y eleva una bendición directa al Dios de Salomón: “¡Jehová tu Dios sea bendito!”, exclama, reconociendo que es Él quien ha elegido a este hombre para gobernar con equidad y temor reverencial.
Un intercambio simbólico y significativo
La visita no termina en palabras. Viene un intercambio de dones. Ella entrega al rey nada menos que 120 talentos de oro, una cantidad descomunal, además de muchísima especiería y piedras preciosas. Nunca antes había llegado una carga semejante de aromas y perfumes a Israel. A cambio, Salomón le da todo lo que pide, más lo que él mismo decide entregarle. No es un trueque comercial cualquiera, sino un gesto de hospitalidad real, de respeto mutuo y de reconocimiento espiritual.
Este episodio tiene un valor simbólico enorme. Aquí vemos a una mujer proveniente de un lugar distante, representando a naciones que no formaban parte del pacto originario con Abraham. Y sin embargo, se postra ante el rey de Israel, no por dominación política, sino por reconocimiento espiritual. Esto anticipa algo tremendo: que la sabiduría y gloria de Dios no están reservadas exclusivamente para un pueblo, sino que están destinadas a iluminar a todas las naciones.
El oro, la flota y el prestigio de un reinado dorado
Tras este encuentro memorable, el texto continúa describiendo la magnitud del reinado de Salomón. Se detalla el peso del oro anual que recibe: 666 talentos, una cifra que no solo refleja su riqueza material, sino también su influencia internacional. El oro proviene de múltiples fuentes: tributos, comercio, regalos de otros monarcas y expediciones marítimas.
Hiram, rey de Tiro, colabora con Salomón en proyectos navales. Juntos envían embarcaciones a Ofir y a Tarsis, lugares legendarios por su riqueza. De allí traen oro, plata, marfil y animales exóticos. Esta actividad económica no solo fortalece el tesoro real, sino que expande la reputación de Salomón más allá de lo imaginable.
No podemos ignorar tampoco la descripción del trono real. Hecho de marfil y cubierto de oro fino, con seis gradas, apoyabrazos decorados con leones y doce figuras simétricas de estos animales. Era un objeto sin parangón en ningún otro reino. Reflejaba tanto poder político como autoridad divina.
Y no hablemos de los vasos de oro, los escamas reales, los carros de guerra, los caballos… Todo ello muestra un reino próspero, estratégicamente ubicado, económicamente sólido y culturalmente influyente. Pero nuevamente, todo esto sería vanidad si no estuviera fundamentado en la sabiduría que viene de arriba.
¿Qué aprendemos de esta historia hoy?
Detrás de esta narrativa histórica hay una enseñanza profunda: la verdadera grandeza no está en el oro, ni en las riquezas, ni en los tronos. Está en la sabiduría, en la obediencia a Dios, en la capacidad de gobernar con justicia y temor al Altísimo. La reina de Saba no vino a por oro, sino a buscar entendimiento. Y lo encontró.
En un mundo donde muchas veces se valora más lo material que lo espiritual, este relato nos invita a hacer una pausa. ¿Buscamos nosotros también la sabiduría verdadera? ¿Reconocemos que detrás de cada oportunidad, cada logro, cada momento de paz, está el propósito y la gracia de Dios?
Si te has sentido alguna vez insatisfecho(a) con las respuestas superficiales de la vida, déjame decirte que la sabiduría de Salomón no murió con él. Hoy sigue disponible para quienes la buscan con corazón sincero. Porque Jesucristo, el Hijo de Dios, es nuestra sabiduría, justicia y redención. En Él encontramos no solo respuestas, sino propósito, dirección y una vida plena.
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Texto integro del Libro de 1 Reyes capítulo: 10
1 Reyes capítulo 10
Capítulo 10
Y OYENDO la reina de Seba la fama de Salomón en el nombre de Jehová, vino á probarle con preguntas.
2 Y vino á Jerusalem con muy grande comitiva, con camellos cargados de especias, y oro en grande abundancia, y piedras preciosas: y como vino á Salomón, propúsole todo lo que en su corazón tenía.
3 Y Salomón le declaró todas sus palabras: ninguna cosa se le escondió al rey, que no le declarase.
4 Y cuando la reina de Seba vió toda la sabiduría de Salomón, y la casa que había edificado,
5 Asimismo la comida de su mesa, el asiento de sus siervos, el estado y vestidos de los que le servían, sus maestresalas, y sus holocaustos que sacrificaba en la casa de Jehová, quedóse enajenada.
6 Y dijo al rey: Verdad es lo que oí en mi tierra de tus cosas y de tu sabiduría;
7 Mas yo no lo creía, hasta que he venido, y mis ojos han visto, que ni aun la mitad fué lo que se me dijo: es mayor tu sabiduría y bien que la fama que yo había oído.
8 Bienaventurados tus varones, dichosos estos tus siervos, que están continuamente delante de ti, y oyen tu sabiduría.
9 Jehová tu Dios sea bendito, que se agradó de ti para ponerte en el trono de Israel; porque Jehová ha amado siempre á Israel, y te ha puesto por rey, para que hagas derecho y justicia.
10 Y dió ella al rey ciento y veinte talentos de oro, y muy mucha especiería, y piedras preciosas: nunca vino tan grande copia de especias, como la reina de Seba dió al rey Salomón.
11 La flota de Hiram que había traído el oro de Ophir, traía también de Ophir muy mucha madera de brasil, y piedras preciosas.
12 Y de la madera de brasil hizo el rey balaustres para la casa de Jehová, y para las casas reales, arpas también y salterios para los cantores: nunca vino tanta madera de brasil, ni se ha visto hasta hoy.
13 Y el rey Salomón dió á la reina de Seba todo lo que quiso, y todo lo que pidió, además de lo que Salomón le dió como de mano del rey Salomón. Y ella se volvió, y se fué á su tierra con sus criados.
14 El peso del oro que Salomón tenía de renta cada un año, era seiscientos sesenta y seis talentos de oro;
15 Sin lo de los mercaderes, y de la contratación de especias, y de todos los reyes de Arabia, y de los principales de la tierra.
16 Hizo también el rey Salomón doscientos paveses de oro extendido: seiscientos siclos de oro gastó en cada pavés.
17 Asimismo trescientos escudos de oro extendido, en cada uno de los cuales gastó tres libras de oro: y púsolos el rey en la casa del bosque del Líbano.
18 Hizo también el rey un gran trono de marfil, el cual cubrió de oro purísimo.
19 Seis gradas tenía el trono, y lo alto de él era redondo por el respaldo: y de la una parte y de la otra tenía apoyos cerca del asiento, junto á los cuales estaban colocados dos leones.
20 Estaban también doce leones puestos allí sobre las seis gradas, de la una parte y de la otra: en ningún otro reino se había hecho trono semejante.
21 Y todos los vasos de beber del rey Salomón eran de oro, y asimismo toda la vajilla de la casa del bosque del Líbano era de oro fino: no había plata; en tiempo de Salomón no era de estima.
22 Porque el rey tenía la flota que salía á la mar, á Tharsis, con la flota de Hiram: una vez en cada tres años venía la flota de Tharsis, y traía oro, plata, marfil, simios y pavos.
23 Así excedía el rey Salomón á todos los reyes de la tierra en riquezas y en sabiduría.
24 Toda la tierra procuraba ver la cara de Salomón, para oír su sabiduría, la cual Dios había puesto en su corazón.
25 Y todos le llevaban cada año sus presentes: vasos de oro, vasos de plata, vestidos, armas, aromas, caballos y acémilas.
26 Y juntó Salomón carros y gente de á caballo; y tenía mil cuatrocientos carros, y doce mil jinetes, los cuales puso en las ciudades de los carros, y con el rey en Jerusalem.
27 Y puso el rey en Jerusalem plata como piedras, y cedros como los cabrahigos que están por los campos en abundancia.
28 Y sacaban caballos y lienzos á Salomón de Egipto: porque la compañía de los mercaderes del rey compraban caballos y lienzos.
29 Y venía y salía de Egipto, el carro por seiscientas piezas de plata, y el caballo por ciento y cincuenta; y así los sacaban por mano de ellos, todos los reyes de los Hetheos, y de Siria.
Resumen del capítulo 10 del libro de 1 Reyes
El Libro de 1 Reyes, capítulo 10, relata la famosa visita de la Reina de Saba a Salomón y destaca la sabiduría, riqueza y esplendor del reinado de Salomón. A continuación, se presenta un resumen exhaustivo del capítulo 10:
El capítulo comienza con la visita de la Reina de Saba a Salomón en Jerusalén. La Reina de Saba había oído hablar de la fama de la sabiduría de Salomón y viajó desde el sur, posiblemente desde el área de Sabá (hoy Yemen), para comprobar por sí misma la sabiduría y la riqueza de Salomón. Ella llega con una caravana de camellos cargados de regalos, incluyendo oro, especias y piedras preciosas.
La Reina de Saba hace una serie de preguntas difíciles a Salomón para probar su sabiduría, y él las responde con sabiduría y conocimiento. Impresionada por la sabiduría de Salomón, así como por la grandeza de su reino y la magnificencia de su corte, la Reina de Saba elogia al Dios de Israel y ofrece regalos generosos.
Salomón, a su vez, ofrece regalos a la Reina de Saba y la trata con gran generosidad y hospitalidad durante su visita. La Reina de Saba se va impresionada y satisfecha, reconociendo la sabiduría y la riqueza de Salomón y la bendición de Dios sobre el pueblo de Israel.
El capítulo 10 también destaca la riqueza y la prosperidad de Salomón. Menciona su vasto tesoro, sus barcos de Tarsis que traían tesoros y riquezas desde lejanas tierras, y la gran cantidad de oro que se utilizaba en su reino. También se menciona su trono de marfil y el esplendor de su corte.
El capítulo concluye enfatizando la abundancia de oro durante el reinado de Salomón, y cómo él se convierte en uno de los reyes más ricos y sabios de su tiempo.
En resumen, el capítulo 10 de 1 Reyes narra la visita de la Reina de Saba a Salomón, resaltando su sabiduría y riqueza, así como la prosperidad del reino de Israel bajo su gobierno. Esta historia muestra cómo la sabiduría y la fama de Salomón trascendieron las fronteras de Israel y atrajeron la admiración de otras naciones.